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Mateo 11:18 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

»Porque vino Juan, que ayunaba y no bebía vino, y ellos dicen: “Tiene un demonio”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Pues Juan no dedicaba el tiempo a comer y beber, y ustedes dicen: “Está poseído por un demonio”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y dijeron:

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La Biblia Textual 3a Edicion

Porque vino Juan, que no come ni bebe, y dicen: ¡Demonio tiene!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Porque llegó Juan, que ni come ni bebe, y dicen: 'Está endemoniado'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Porque vino Juan, que ni comía ni bebía y dicen: Demonio tiene.

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Otras versiones



Mateo 11:18
17 Referencias Cruzadas  

Basta con que el alumno sea como su maestro, y el siervo como su amo. Si al jefe de la casa lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su familia!


»“Tocamos la flauta, y ustedes no bailaron. Entonamos un canto fúnebre, y ustedes no lloraron”.


La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello. Llevaba puesto un cinturón de cuero y comía langostas y miel silvestre.


Pero los fariseos afirmaban: «Este echa fuera a los demonios por medio del príncipe de los demonios».


Los maestros de la Ley que habían llegado de Jerusalén decían: «¡Está controlado por Beelzebú! Echa fuera a los demonios por medio del príncipe de los demonios».


porque él será un gran hombre delante del Señor. Jamás tomará vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo antes de su nacimiento.


Muchos de ellos decían: «Está endemoniado y loco de remate. ¿Para qué hacerle caso?».


―Estás endemoniado —contestó la gente—. ¿Quién quiere matarte?


―¿No tenemos razón al decir que eres un samaritano y que estás endemoniado? —respondieron los judíos.


―¡Ahora estamos convencidos de que estás endemoniado! —dijeron los judíos—. Abraham murió, y también los profetas murieron. Pero tú sales diciendo que, si alguno guarda tu palabra, nunca morirá.


Al llegar Pablo a este punto de su defensa, Festo interrumpió. ―¡Estás loco, Pablo! —le gritó—. El mucho estudio te ha hecho perder la cabeza.


Por eso disciplino mi cuerpo y lo entreno. Pues, si he predicado a otros la buena noticia, no quiero al final ser descalificado por Dios.