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Mateo 10:2 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Estos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; también Santiago y su hermano Juan, que eran hijos de Zebedeo;

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Los nombres de los doce apóstoles son los siguientes: Primero, Simón (también llamado Pedro), luego Andrés (el hermano de Pedro), Santiago (hijo de Zebedeo), Juan (el hermano de Santiago),

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Estos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

Los nombres de los doce apóstoles son éstos: el primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, y Jacobo, el de Zebedeo,° y Juan su hermano;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Los nombres de los doce apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago, el de Zebedeo, y su hermano Juan;

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y los nombres de los doce apóstoles son estos: El primero, Simón, que es llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo el hijo de Zebedeo, y Juan su hermano,

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Otras versiones



Mateo 10:2
44 Referencias Cruzadas  

Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de Santiago, y los llevó aparte, a una montaña alta.


Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó juntamente con ellos a Jesús y, arrodillándose, le pidió un favor.


Se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentir temor y tristeza.


Mientras caminaba junto al lago de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: uno era Simón, llamado Pedro, y el otro, Andrés. Estaban echando la red al lago, pues eran pescadores.


Más adelante, vio a otros dos hermanos: Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en una barca arreglando las redes. Jesús los llamó,


Tan pronto como salieron de la sinagoga, Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.


Más tarde, Jesús estaba sentado en el monte de los Olivos, frente al Templo. Y Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron en privado:


Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.


Por eso Dios, que es sabio, dijo: “Les enviaré profetas y apóstoles, de los cuales matarán a unos y perseguirán a otros”.


Cuando llegó la hora, Jesús y sus apóstoles se sentaron a la mesa.


Entonces Jesús les dijo a Pedro y a Juan: ―Vayan a hacer los preparativos para que comamos la Pascua.


También Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón, estaban sorprendidos. ―No temas; desde ahora serás pescador de personas —le dijo Jesús a Simón.


Cuando regresaron los apóstoles, le relataron a Jesús lo que habían hecho. Él se los llevó consigo y se retiraron solos a un pueblo llamado Betsaida.


Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos fueron a decírselo a Jesús.


Uno de ellos, el discípulo a quien Jesús amaba, estaba a su lado.


Así que fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: ―¡Se han llevado de la tumba al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!


Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, al que apodaban el Gemelo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos.


Al volverse, Pedro vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba. El mismo que en la cena se había reclinado sobre Jesús y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que va a traicionarte?».


Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las escribió. Y estamos convencidos de que su testimonio es verídico.


Así que Jesús les preguntó a los doce: ―¿También ustedes quieren marcharse?


―¿No los he elegido yo a ustedes doce? —repuso Jesús—. Sin embargo, uno de ustedes es un diablo.


Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, uno de los doce, que iba a traicionarlo.


Otro de sus discípulos, Andrés, que era hermano de Simón Pedro, le dijo:


Cuando llegaron, subieron al lugar donde se estaban quedando. Estaban allí Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás. También estaban Bartolomé, Mateo, Santiago hijo de Alfeo, Simón el Zelote, y Judas hijo de Santiago.


Luego echaron suertes y la elección cayó sobre Matías. Así que él fue reconocido junto con los once apóstoles.


A Santiago, hermano de Juan, lo mandó matar a espada.


Un día subían Pedro y Juan al Templo a las tres de la tarde, que es la hora de la oración.


Luego se le apareció a Santiago y más tarde a todos los apóstoles.


Me refiero a Cristo, quien nombró a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros.


Hermanos en la fe, Dios los ha llamado a ustedes para que formen parte de su pueblo santo. Por eso, pongan su atención en Jesús, a quien reconocemos como apóstol y sumo sacerdote.


Los saluda Pedro, apóstol de Jesucristo. Dirijo esta carta a ustedes, los elegidos, que viven como extranjeros en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia.


Los saluda Simón Pedro, servidor y apóstol de Jesucristo. Dirijo esta carta a los que han confiado en Cristo de manera tan preciosa como lo hemos hecho nosotros. Esa confianza nos la ha dado nuestro Dios y Salvador Jesucristo, quien ha demostrado ser justo.


Los saluda Juan, el líder de la iglesia. Esta carta va dirigida a todos ustedes, los que forman parte de la iglesia y a quienes Dios ha elegido como hijos e hijas. Los amo de verdad. Pero no solo yo los amo, sino todos los que han conocido la verdad.


Te saluda Juan, el líder de la iglesia. Esta carta va dirigida a ti, Gayo, querido hermano en la fe, a quien amo de verdad.


Este libro narra lo que Dios le mostró a Jesucristo acerca de las cosas que sucederán pronto. Dios se las mostró para que él se las muestre a sus servidores. Jesucristo envió entonces a su ángel para dar a conocer estas cosas a Juan, su servidor.


Yo, Juan, soy su hermano en la fe. Con ustedes comparto el sufrimiento, el reino y el seguir confiando en Jesús. Yo fui enviado a la isla de Patmos como castigo por anunciar el mensaje de Dios y hablar acerca de Jesús.


¡Alégrate, oh cielo, por lo que le ha sucedido! ¡Alégrense también ustedes, creyentes, apóstoles y profetas! Pues Dios, al castigarla, les ha hecho justicia a ustedes».


Yo, Juan, soy el que vio y oyó todas estas cosas. Y, cuando lo vi y oí, me arrodillé para adorar al ángel que me había estado mostrando todo esto.