Pues todos ellos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento».
Lucas 8:43 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Había entre la gente una mujer que hacía doce años que sufría de constantes derrames de sangre, sin que nadie pudiera sanarla. Había gastado todo lo que tenía en médicos. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, Biblia Nueva Traducción Viviente Una mujer de la multitud hacía doce años que sufría una hemorragia continua y no encontraba ninguna cura. Biblia Católica (Latinoamericana) Entonces una mujer, que padecía hemorragias desde hacía doce años y a la que nadie había podido curar, La Biblia Textual 3a Edicion y una mujer que estaba con flujo de sangre desde hacía doce años,° la cual no había podido° ser sanada por nadie, Biblia Serafín de Ausejo 1975 En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que no había podido ser curada por nadie, Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y una mujer que tenía flujo de sangre hacía ya doce años, la cual había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, |
Pues todos ellos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento».
Cada vez que se apodera de él, lo derriba. Echa espumarajos, cruje los dientes y se queda rígido. Les pedí a tus discípulos que lo echaran fuera, pero no lo lograron.
Estaba allí una mujer que por causa de un espíritu maligno llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse.
Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado?
Al bajar de la barca Jesús, un endemoniado que venía del pueblo le salió al encuentro. Hacía mucho tiempo que este hombre no se vestía; tampoco vivía en una casa, sino en las tumbas.
Su única hija, de unos doce años, se estaba muriendo. Jesús se puso en camino y todos lo apretujaban.
Ella se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, y al instante paró su hemorragia.
Lo que no sabemos es cómo ahora puede ver, ni quién le abrió los ojos. Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad y puede responder por sí mismo.
Junto a la entrada llamada Hermosa había un hombre paralítico de nacimiento. Todos los días lo dejaban allí para que pidiera dinero a los que entraban en el Templo.
Pues el hombre que había sido milagrosamente sanado tenía más de cuarenta años.