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Lucas 7:30 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Pero los fariseos y los expertos en la Ley no quisieron ser bautizados por Juan. Rechazaron así el propósito que Dios tenía para ellos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

pero los fariseos y los expertos en la ley religiosa no aceptaron el plan de Dios para ellos, porque rechazaron el bautismo de Juan.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

En cambio, los fariseos y los maestros de la Ley no pasaron por su bautismo, y con esto desoyeron el llamado que Dios les dirigía.

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La Biblia Textual 3a Edicion

pero los fariseos y los intérpretes de la ley, al no ser bautizados por él, rechazaron el propósito de Dios con respecto a ellos mismos.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Pero los fariseos y los doctores de la ley frustraron el plan de Dios respecto de ellos mismos por rechazar aquel bautismo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Pero los fariseos y los doctores de la ley, rechazaron el consejo de Dios contra sí mismos, no siendo bautizados por él.

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Otras versiones



Lucas 7:30
11 Referencias Cruzadas  

Uno de ellos, experto en la Ley, le tendió una trampa con esta pregunta:


»¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!


Pero, si decimos: “humano”, todo el pueblo nos apedreará, porque están convencidos de que Juan era un profeta».


«Entonces, ¿con qué puedo comparar a la gente de este tiempo? ¿A quién se parecen ellos?


Pues sin dudar les he anunciado cuál es toda la voluntad de Dios.


En cambio, respecto de Israel, dice: «Todo el día le abrí mis brazos a un pueblo desobediente y rebelde».


Nosotros, ayudantes de Dios, les rogamos que sepan apreciar su inmerecido amor.


No rechazo el amor inmerecido que Dios me tiene. Si Dios nos aceptara como justos por obedecer la Ley, entonces la muerte de Cristo no habría servido de nada».


Gracias a Cristo, ahora pertenecemos a Dios, y se nos dio el derecho de recibir su herencia. Fuimos elegidos desde un principio, porque Dios lo había planeado y él siempre hace lo que se propone.