Como Jesús conocía sus pensamientos, les dijo: ―¿Por qué dan lugar a tan malos pensamientos?
Lucas 6:8 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Pero Jesús, que sabía lo que estaban pensando, le dijo al hombre de la mano paralizada: ―Levántate y ponte frente a todos. Así que el hombre se puso de pie. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie. Biblia Nueva Traducción Viviente Pero Jesús sabía lo que pensaban y le dijo al hombre con la mano deforme: «Ven y ponte de pie frente a todos». Así que el hombre pasó adelante. Biblia Católica (Latinoamericana) Pero Jesús, que conocía sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: 'Levántate y ponte ahí en medio. El se levantó y permaneció de pie. La Biblia Textual 3a Edicion Pero Él, conociendo los pensamientos de ellos, dijo al hombre que tenía contraída la mano: Levántate, y ponte en medio. Y levantándose, se puso en pie. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pero él, que conocía sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: 'Levántate y ponte aquí delante'. Él se levantó y se puso allí. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Pero Él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía seca la mano: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie. |
Como Jesús conocía sus pensamientos, les dijo: ―¿Por qué dan lugar a tan malos pensamientos?
Entonces Jesús le dijo al hombre de la mano paralizada: ―Ponte de pie frente a todos.
Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: ―¡Mujer, quedas libre de tu enfermedad!
Entonces Jesús dijo a los otros: ―Voy a hacerles una pregunta. ¿Qué está permitido hacer en sábado: hacer el bien o el mal?, ¿salvar una vida o destruirla?
No necesitaba que nadie le informara nada acerca de los demás, pues él conocía lo más íntimo de cada persona.
Por tercera vez Jesús le preguntó: ―Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: «¿Me quieres?». Así que le dijo: ―Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. ―Apacienta mis ovejas —le dijo Jesús—.
Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche cuando nadie puede trabajar.
Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo. Lo que me importa es terminar la tarea que me dio el Señor Jesús. Quiero cumplir mi misión: anunciar el mensaje de la buena noticia del inmerecido amor de Dios.
El rey conoce bien estas cosas, y por eso hablo ante él con tanto atrevimiento. Estoy convencido de que conoce todo esto, porque no sucedió en un rincón secreto.
No tengan miedo de sus enemigos, porque esa valentía les mostrará a ellos que van a ser destruidos. Pero a ustedes les mostrará que son salvos gracias a Dios.
Ninguna cosa creada escapa a la vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.
Por tanto, ya que Cristo sufrió, yo espero que ustedes estén dispuestos a sufrir también. Porque el que ha sufrido ha terminado con el pecado.
A los hijos de esa mujer los heriré de muerte. Así sabrán todas las iglesias que yo soy el que conoce a fondo la mente y el corazón. A cada uno de ustedes lo trataré de acuerdo con sus acciones.