»Miren que no menosprecien a uno de estos pequeños. Pues les digo que en el cielo los ángeles de ellos contemplan siempre el rostro de mi Padre celestial.
Lucas 5:32 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) No he venido a llamar a justos, sino a pecadores para que se arrepientan. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. Biblia Nueva Traducción Viviente No he venido a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores y necesitan arrepentirse». Biblia Católica (Latinoamericana) No he venido para llamar a los buenos, sino para invitar a los pecadores a que se arrepientan. La Biblia Textual 3a Edicion No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. Biblia Serafín de Ausejo 1975 no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. |
»Miren que no menosprecien a uno de estos pequeños. Pues les digo que en el cielo los ángeles de ellos contemplan siempre el rostro de mi Padre celestial.
Pero vayan y aprendan qué significa esto: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios”. Pues no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
porque se daba cuenta de que los jefes de los sacerdotes habían entregado a Jesús por envidia.
Y resulta que un hombre llamado Barrabás estaba encarcelado con los rebeldes condenados por haber cometido homicidio en una rebelión.
Al oír esto, Jesús les contestó: ―No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Y yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
Les digo que así mismo se alegran los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.
Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
En su nombre se predicarán el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén.
―No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos —les contestó Jesús—.
Algunos le dijeron a Jesús: ―Los discípulos de Juan ayunan y oran con frecuencia, lo mismo que los discípulos de los fariseos, pero los tuyos se la pasan comiendo y bebiendo.
Pues bien, Dios pasó por alto aquellos tiempos de tal ignorancia. Sin embargo, ahora manda que todos, en todas partes, se arrepientan.
―Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro—. Entonces recibirán el don del Espíritu Santo.
A judíos y a griegos les he dicho que se arrepientan ante Dios y que crean en nuestro Señor Jesús.
Por tanto, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, para que sean borrados sus pecados. Así vendrán tiempos de descanso de parte del Señor.
Cuando Dios resucitó a su siervo, lo envió primero a ustedes. Lo envió para darles la bendición de que cada uno se convierta de sus maldades».
Por su poder, Dios lo exaltó como Príncipe y Salvador, para que diera a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.
El Señor no tarda en cumplir su promesa, como algunos piensan. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie muera sin haberse arrepentido.