Los ciegos ven, los cojos andan y los que tienen lepra son sanados. Los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia.
Lucas 4:40 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Al ponerse el sol, la gente le llevó a Jesús todos los que sufrían diversas enfermedades. Él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. Biblia Nueva Traducción Viviente Esa tarde, al ponerse el sol, la gente de toda la aldea llevó ante Jesús a sus parientes enfermos. Cualquiera que fuera la enfermedad, el toque de su mano los sanaba a todos. Biblia Católica (Latinoamericana) Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversos males se los llevaban a Jesús y él los sanaba imponiéndoles las manos a cada uno. La Biblia Textual 3a Edicion Y cuando el sol se estaba poniendo, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias los llevaron a Él, e imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. Biblia Serafín de Ausejo 1975 A la caída del sol, todos los que tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaron a él; él les iba imponiendo las manos uno por uno y los curaba. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y a la puesta del sol, todos aquellos que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a Él; y Él ponía las manos sobre cada uno de ellos, y los sanaba. |
Los ciegos ven, los cojos andan y los que tienen lepra son sanados. Los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia.
Cuando Jesús recibió la noticia, se retiró él solo en una barca a un lugar solitario. Muchísimas personas se enteraron y lo siguieron a pie desde los poblados.
Como había sanado a muchos, todos los que sufrían dolores se abalanzaban sobre él para tocarlo.
y le suplicaba con insistencia: ―Mi hijita se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva.
En efecto, no pudo hacer allí ningún milagro, excepto sanar a unos pocos enfermos al imponerles las manos.
La gente incluso ponía sobre los enfermos pañuelos y delantales que Pablo había tocado, y estos sanaban. Hasta los espíritus malignos salían de ellos.
Era tal la cantidad de hombres y mujeres que hasta sacaban a los enfermos a las plazas y los ponían en camillas. Esperaban que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.