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Lucas 18:39 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Los que iban delante lo reprendían para que se callara. Pero él se puso a gritar aún más fuerte: ―¡Hijo de David, ten compasión de mí!

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Y los que iban delante le reprendían para que callase; pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

«¡Cállate!», le gritaba la gente que estaba más adelante. Sin embargo, él gritó aún más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Los que iban delante le levantaron la voz para que se callara, pero él gritaba con más fuerza: '¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y los que iban° delante lo reprendían para que callara; pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Los que iban delante le reprendían para que callara; pero él gritaba todavía más fuerte: '¡Hijo de David, ten compasión de mí!'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y los que iban delante, le reprendían para que se callara; pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

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Otras versiones



Lucas 18:39
16 Referencias Cruzadas  

También le llevaban niños pequeños a Jesús para que los tocara. Al ver esto, los discípulos regañaban a quienes los llevaban.


Tres veces le rogué al Señor que me lo quitara.


Algunos de los fariseos que estaban entre la gente le reclamaron a Jesús: ―¡Maestro, reprende a tus discípulos!


―¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí! —gritó el ciego.


Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse.


»¡Ay de ustedes, expertos en la Ley!, porque se han adueñado de la llave del conocimiento. Ustedes mismos no han entrado y, a los que intentan hacerlo, les han cerrado el paso».


Todavía estaba hablando Jesús cuando alguien llegó de la casa de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle: ―Tu hija ha muerto. No molestes más al Maestro.


»Pidan, y se les dará. Busquen, y encontrarán. Llamen, y se les abrirá.


―Hombres de poca fe —les contestó—, ¿por qué tienen tanto miedo? Entonces se levantó y dio órdenes a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo.


Al irse Jesús de allí, dos ciegos lo siguieron, gritándole: ―¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!


Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando el ciego se acercó, le preguntó Jesús: