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Lucas 11:7 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Y el que está adentro le contesta: “No me molestes. Ya está cerrada la puerta, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

y aquel, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Supongan que ese amigo grita desde el dormitorio: “No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mi familia y yo estamos acostados. No puedo ayudarte”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Y el otro le responde a usted desde adentro: 'No me molestes; la puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos ya acostados; no puedo levantarme a dártelos'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

y aquél, respondiendo desde adentro, diga: No me molestes; la puerta ya ha sido cerrada y mis niños están conmigo en la cama y no puedo levantarme° a darte?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

y que el otro desde dentro le responde: 'No me molestes; ya la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos en la cama; no puedo levantarme para dártelos'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

y él, desde adentro, respondiendo, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme y dártelos?

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Otras versiones



Lucas 11:7
7 Referencias Cruzadas  

»Pero, mientras iban a comprar el aceite, llegó el novio y las jóvenes que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas. Y se cerró la puerta.


Es que se me ha presentado un amigo recién llegado de viaje, y no tengo nada que ofrecerle”.


Les digo que quizá no se levante a darle pan por ser su amigo. Pero sí se levantará por su insistencia y le dará cuanto necesite.


Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, ustedes desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “¡Señor, ábrenos!”. Pero él les contestará: “No sé de dónde son ustedes”.


Así que Jesús fue con ellos. No estaba lejos de la casa cuando el capitán mandó unos amigos a decirle: ―Señor, no te tomes tanta molestia, pues no merezco que entres a mi casa.


Por lo demás, que nadie me cause más problemas, porque yo llevo en el cuerpo cicatrices que demuestran que le pertenezco a Jesús.