Los ciegos ven, los cojos andan y los que tienen lepra son sanados. Los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia.
Juan 9:30 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) ―¡Allí está lo sorprendente! —respondió el hombre—: que ustedes no sepan de dónde salió, y que a mí me haya abierto los ojos. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. Biblia Nueva Traducción Viviente —¡Qué cosa tan extraña! —respondió el hombre—. A mí me sanó los ojos, ¿y ustedes ni siquiera saben de dónde proviene? Biblia Católica (Latinoamericana) El hombre contestó: 'Esto es lo extraño: él me ha abierto los ojos y ustedes no entienden de dónde viene. La Biblia Textual 3a Edicion Respondió el hombre, y les dijo: Pues en esto hay algo asombroso: que vosotros no sepáis de dónde es, y a mí me restauró los ojos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 El hombre les respondió: 'Pues esto sí que es asombroso: que vosotros no sepáis de dónde es, y que me haya abierto los ojos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Respondió el hombre, y les dijo: Por cierto, cosa maravillosa es esta, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. |
Los ciegos ven, los cojos andan y los que tienen lepra son sanados. Los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia.
Les dijo Jesús: ―¿No han leído nunca en las Escrituras: »“La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra principal. Esto es obra del Señor, y nos deja maravillados”?
Y él se quedó asombrado por la falta de fe de ellos. Jesús recorría los alrededores, enseñando de pueblo en pueblo.
Entonces les respondió a los enviados: ―Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen lepra son sanados. Los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia.
A pesar de haber hecho Jesús todas estas señales milagrosas en presencia de ellos, todavía no creían en él.
Y sabemos que a Moisés le habló Dios; pero de este no sabemos ni de dónde salió.
Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí a quienes lo aman y hacen su voluntad.
Pues Dios, que ordenó: «¡Que la luz brille en la oscuridad!», hizo brillar su luz en nuestra mente para que viéramos con claridad la gloria de Dios que brilla en el rostro de Jesucristo.