Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que el señor se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles.
Juan 21:18 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Te aseguro que cuando eras más joven te vestías tú mismo e ibas adonde querías. Pero, cuando seas viejo, extenderás las manos y otro te vestirá y te llevará adonde no quieras ir. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Biblia Nueva Traducción Viviente »Te digo la verdad, cuando eras joven, podías hacer lo que querías; te vestías tú mismo e ibas adonde querías ir. Sin embargo, cuando seas viejo, extenderás los brazos, y otros te vestirán y te llevarán adonde no quieras ir. Biblia Católica (Latinoamericana) En verdad, cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas a donde querías. Pero cuando llegues a viejo, abrirás los brazos y otro te amarrará la cintura y te llevará a donde no quieras. La Biblia Textual 3a Edicion De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías a ti mismo e ibas adonde querías; pero cuando envejezcas, extenderás tus manos, y otro te ceñirá y te llevará adonde no quieres. Biblia Serafín de Ausejo 1975 De verdad te lo aseguro: cuando eras más joven, tú mismo te ceñías e ibas a donde querías, pero cuando seas viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías e ibas a donde querías; pero cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. |
Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que el señor se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles.
―¿Y a dónde vas, Señor? —preguntó Simón Pedro. Jesús le respondió: ―Adonde yo voy, no puedes seguirme ahora, pero me seguirás más tarde.
Por tercera vez Jesús le preguntó: ―Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: «¿Me quieres?». Así que le dijo: ―Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. ―Apacienta mis ovejas —le dijo Jesús—.
Esto dijo Jesús para dar a entender la clase de muerte con que Pedro daría la gloria a Dios. Después de eso añadió: ―¡Sígueme!
Este vino a vernos y, tomando el cinturón de Pablo, se ató con él de pies y manos, y dijo: ―Así dice el Espíritu Santo: “De esta manera atarán los judíos de Jerusalén al dueño de este cinturón y lo entregarán en manos de los no judíos”.
Ahora vivimos en este cuerpo, suspirando y preocupados, pues no queremos que ese cuerpo sea destruido. Más bien quisiéramos que el cuerpo fuera cambiado por el nuevo. Así el cuerpo no tendría que morir, sino que le sería dada la vida eterna.