«Ahora vamos rumbo a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los extranjeros.
Juan 18:30 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) ―Si no fuera un malhechor —respondieron—, no se lo habríamos entregado. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Respondieron y le dijeron: Si este no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado. Biblia Nueva Traducción Viviente —¡No te lo habríamos entregado si no fuera un criminal! —replicaron. Biblia Católica (Latinoamericana) Le contestaron: 'Si éste no fuera un malhechor, no lo habríamos traído ante ti. La Biblia Textual 3a Edicion Respondieron y le dijeron: Si éste no estuviera haciendo mal,° no te lo habríamos entregado.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Le respondieron: 'Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Respondieron y le dijeron: Si Éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado. |
«Ahora vamos rumbo a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los extranjeros.
“El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de gente pecadora y ser crucificado, pero al tercer día resucitará”.
Así que Pilato salió a interrogarlos: ―¿De qué delito acusan a este hombre?
―Pues llévenselo ustedes y júzguenlo según su propia ley —les dijo Pilato. ―Nosotros no tenemos ninguna autoridad para ejecutar a nadie —respondieron los judíos.
Desde entonces Pilato procuraba poner en libertad a Jesús. Pero los judíos gritaban con todas sus fuerzas: ―Si usted deja en libertad a este hombre, no es amigo del césar. Cualquiera que diga ser rey se convierte en su enemigo.
El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha dado la gloria a su siervo Jesús. Ustedes lo entregaron y lo rechazaron ante Pilato, aunque este había decidido soltarlo.
por la que sufro en gran manera, hasta el punto de llevar cadenas como un criminal. Pero la palabra de Dios no está encadenada.
Que ninguno tenga que sufrir por asesino, ladrón o delincuente, ni siquiera por entrometido.