Los que habían arrestado a Jesús lo llevaron ante Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los maestros de la Ley y los líderes judíos.
Juan 18:12 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Entonces los soldados, su comandante y los guardias de los judíos arrestaron a Jesús. Lo ataron Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Entonces la compañía de soldados, el tribuno y los alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús y le ataron, Biblia Nueva Traducción Viviente Así que los soldados, el oficial que los comandaba y los guardias del templo arrestaron a Jesús y lo ataron. Biblia Católica (Latinoamericana) Entonces los soldados, con el comandante y los guardias de los judíos, prendieron a Jesús, lo ataron La Biblia Textual 3a Edicion Entonces la cohorte, el tribuno, y los alguaciles de los judíos prendieron a Jesús y lo ataron, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces la compañía y el tribuno y alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús, y le ataron, |
Los que habían arrestado a Jesús lo llevaron ante Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los maestros de la Ley y los líderes judíos.
Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio y reunieron a toda la tropa alrededor de él.
Llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote y se reunieron allí todos los jefes de los sacerdotes, los líderes judíos y los maestros de la Ley.
Muy de mañana, los jefes de los sacerdotes, con los líderes judíos, los maestros de la Ley y el tribunal en pleno, llegaron a una decisión. Ataron a Jesús, se lo llevaron y se lo entregaron a Pilato.
Arrestaron entonces a Jesús y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote. Pedro los seguía de lejos.
Así que Judas fue al huerto. Llegó al frente de un grupo de soldados y guardias de los jefes de los sacerdotes y de los fariseos. Llevaban antorchas, lámparas y armas.
Vivía en Cesarea un capitán del ejército romano llamado Cornelio, del regimiento conocido como el Italiano.
Estaban por matarlo cuando se le informó al comandante del batallón romano que toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada.
Cuando los soldados estaban a punto de meterlo en el cuartel, Pablo le preguntó al comandante: ―¿Me permite decirle algo? ―¿Hablas griego? —le preguntó el comandante—.
La discusión se volvió tan violenta que el comandante tuvo miedo de que hicieran pedazos a Pablo. Así que ordenó a los soldados que sacaran a Pablo de allí por la fuerza y lo llevaran al cuartel.