Esta mujer era griega, y sirofenicia de nacimiento. Le rogaba que echara fuera al demonio que tenía su hija.
Juan 12:20 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Entre los que habían subido a adorar en la fiesta había algunos griegos. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. Biblia Nueva Traducción Viviente Algunos griegos que habían ido a Jerusalén para celebrar la Pascua Biblia Católica (Latinoamericana) También un cierto número de griegos, de los que adoran a Dios, habían subido a Jerusalén para la fiesta. La Biblia Textual 3a Edicion Entre los que subían a adorar en la fiesta, había algunos griegos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Había allí, entre los que habían subido para adorar en la fiesta, un grupo de griegos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y había ciertos griegos de los que habían subido a adorar en la fiesta. |
Esta mujer era griega, y sirofenicia de nacimiento. Le rogaba que echara fuera al demonio que tenía su hija.
Seis días antes de la Pascua, llegó Jesús a Betania. Ahí era donde vivía Lázaro, a quien Jesús había resucitado.
Por eso los fariseos comentaban entre sí: «Como pueden ver, no hemos logrado nada. ¡Miren cómo lo sigue todo el mundo!».
«¿Y este a dónde piensa irse que no podamos encontrarlo? —comentaban entre sí los judíos—. ¿Será que piensa ir a nuestra gente dispersa entre las naciones, para enseñar a los griegos?
Al llegar a Iconio, Pablo y Bernabé entraron juntos en la sinagoga judía. Allí hablaron de tal manera que una gran cantidad de judíos y de griegos creyó.
Pablo llegó a Derbe y después a Listra. Allí se encontró con un discípulo llamado Timoteo, que era hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego.
Algunos de los judíos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas. También se les unieron un buen número de mujeres prominentes y muchos griegos que adoraban a Dios.
A judíos y a griegos les he dicho que se arrepientan ante Dios y que crean en nuestro Señor Jesús.
Gritaban: «¡Israelitas! ¡Ayúdennos! Este es el hombre que anda por todas partes enseñando en contra de nuestro pueblo, nuestra Ley y este lugar. Ahora ha metido a unos griegos en el Templo. No tiene respeto por este lugar santo».
Felipe comenzó el viaje y se encontró con un importante oficial etíope. Estaba encargado de todo el tesoro de la Candace, reina de los etíopes. Este había ido a Jerusalén para adorar.
Les digo la verdad, no me avergüenzo del mensaje de la buena noticia. Es un mensaje con el poder de Dios para la salvación de todos los que creen: primero de los judíos, pero también de los no judíos.
No hay diferencia entre judíos y no judíos. El mismo Señor es Señor de todos y bendice abundantemente a todos los que piden su ayuda.
Ahora bien, ni siquiera Tito, que me acompañaba, fue obligado a circuncidarse, aunque era griego.
Ya no importa si son judíos o griegos, esclavos o libres, hombres o mujeres, sino que todos ustedes son iguales gracias a Cristo Jesús.
En esta nueva manera de vivir no importa si eres griego o judío, si estás circuncidado o no lo estás, si eres extranjero o un salvaje, si eres esclavo o eres libre. Cristo es todo lo que importa, y él vive en todos nosotros.