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Juan 1:51 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Y añadió: ―Les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo. Y verán a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Y agregó: «Les digo la verdad, todos ustedes verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre, quien es la escalera entre el cielo y la tierra».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

En verdad les digo que ustedes verán los cielos abiertos y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y le dice: De cierto, de cierto os digo:° Veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que ascienden° y descienden sobre el Hijo del Hombre.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Y le añade: 'De verdad os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y descendiendo sobre el Hijo del Hombre.

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Otras versiones



Juan 1:51
55 Referencias Cruzadas  

»Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso.


A la verdad, el Hijo del hombre se irá, tal como dicen las Escrituras de él, pero ¡ay de aquel que lo traiciona! Más le valdría a ese hombre no haber nacido.


Tan pronto como Jesús fue bautizado, salió del agua. En ese momento se abrió el cielo, y vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él.


Entonces el diablo lo dejó, y unos ángeles llegaron a servirle.


―Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—. Pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.


Pues, para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.


En seguida, al salir del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma.


―Sí, yo soy —dijo Jesús—. Y ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y viniendo sobre las nubes del cielo.


De repente aparecieron muchos ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían:


Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor.


Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo.


Pero de ahora en adelante el Hijo del hombre estará sentado a la derecha del Dios Todopoderoso.


Mientras se preguntaban qué habría pasado, se les presentaron dos hombres con ropas resplandecientes.


Un día en que todos venían hasta donde estaba Juan para que los bautizara, Jesús fue bautizado también. Y, mientras oraba, se abrió el cielo,


Jesús le dijo: ―¿Lo crees porque te dije que te vi cuando estabas debajo de la higuera? ¡Vas a ver cosas aún más grandes que estas!


»Les aseguro que el que no entra por la puerta al redil de las ovejas es un ladrón y un bandido. Por eso trepa y se mete por otro lado.


Por eso, volvió a decirles: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.


Les aseguro que ningún siervo es más que su amo. Y ningún mensajero es más que el que lo envió.


Jesús le respondió: ―¿Tú darás la vida por mí? Te aseguro que antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.


Les aseguro que el que cree en mí, las obras que yo hago también él las hará. Y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre.


Les aseguro que ustedes llorarán de dolor, mientras que el mundo se alegrará. Se pondrán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría.


En aquel día ya no me pedirán nada. Les aseguro que mi Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre.


Te aseguro que cuando eras más joven te vestías tú mismo e ibas adonde querías. Pero, cuando seas viejo, extenderás las manos y otro te vestirá y te llevará adonde no quieras ir.


―Te aseguro que quien no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús.


―Te aseguro que quien no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—.


Entonces Jesús afirmó: ―Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su Padre hace. Todo lo que hace el Padre, lo hace también el Hijo.


Y le ha dado autoridad para juzgar, ya que es el Hijo del hombre.


Jesús les respondió: ―Les aseguro que ustedes me buscan no porque han visto señales milagrosas, sino porque comieron pan hasta llenarse.


―Les aseguro que no fue Moisés el que les dio a ustedes el pan del cielo —afirmó Jesús—. El que da el verdadero pan del cielo es mi Padre.


Les aseguro que el que cree tiene vida eterna.


―Les aseguro —afirmó Jesús— que, si no comen la carne del Hijo del hombre ni beben su sangre, no tienen realmente vida.


―Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado —respondió Jesús—.


Les aseguro que el que cumple mi palabra nunca morirá.


Jesús les dijo: ―Les aseguro que, antes de que Abraham naciera, ¡yo soy!


Vio el cielo abierto y algo parecido a una gran sábana que, suspendida por las cuatro puntas, bajaba hacia la tierra.


―¡Veo el cielo abierto —exclamó—, y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios!


Y a ustedes que sufren, les dará descanso, lo mismo que a nosotros. Esto sucederá cuando el Señor Jesús regrese, cuando aparezca en el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles.


Ellos serán alejados de la presencia del Señor, para que no compartan su grandioso poder, y sufrirán el castigo de la destrucción eterna.


No hay duda de que son grandes las verdades de nuestra fe: Cristo se presentó como hombre; fue declarado justo por el Espíritu, visto por los ángeles, y anunciado entre las naciones. El mundo ha creído en él, y Dios lo recibió con gloria.


Pues todos los ángeles son solo espíritus que sirven a Dios. Él los envía para ayudar a los que han de ser salvos.


También Enoc, nuestro séptimo antepasado a partir de Adán, profetizó acerca de ellos: «Miren, el Señor viene con una gran cantidad de sus ángeles


Luego vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. Su jinete se llamaba Fiel y Verdadero. Era justo en sus decisiones y con justicia iba a la guerra.


Después de esto miré, y allí en el cielo había una puerta abierta. Y la voz que me había hablado antes con la fuerza como de trompeta me dijo: «Sube acá: voy a mostrarte lo que tiene que suceder después de esto».