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Hechos 8:39 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe. El oficial etíope no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco nunca más volvió a verlo, pero siguió su camino con mucha alegría.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Apenas salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y el etíope no volvió a verlo. Prosiguió, pues, su camino con el corazón lleno de gozo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe, y el eunuco no lo vio más, pero prosiguió gozoso su camino.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Apenas salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y no volvió a verlo el eunuco, que siguió su camino lleno de alegría.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y gozoso, siguió su camino.

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Otras versiones



Hechos 8:39
29 Referencias Cruzadas  

»El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder y, lleno de alegría, fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo.


Tan pronto como Jesús fue bautizado, salió del agua. En ese momento se abrió el cielo, y vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él.


En seguida, al salir del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma.


Y los discípulos quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo.


El carcelero los llevó a su casa y les sirvió comida. Él y toda su familia estaban muy felices, porque habían creído en Dios.


El Espíritu le dijo a Felipe: «Acércate y júntate a ese carro».


Entonces mandó parar el carro, y ambos bajaron al agua, y Felipe lo bautizó.


Y aquella ciudad se llenó de alegría.


También por medio de la fe en él, Jesucristo nos acerca al amor de Dios. Y ese amor es firme. Así que nos gozamos, porque tenemos la esperanza de compartir la gloria de Dios.


Si la circuncisión es la marca del pueblo de Dios, nosotros somos entonces el verdadero pueblo. Y lo somos porque por medio del Espíritu adoramos a Dios, y nos sentimos orgullosos de pertenecer a Cristo Jesús. No creemos que podamos ser salvos por medio del esfuerzo humano.


Alégrense siempre por tener parte con el Señor. Insisto: ¡Alégrense!


Pero ahora se alegran de hablar con orgullo. Todo ese orgullo es malo.