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Hechos 5:24 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Al oírlo, el capitán de la guardia del Templo y los jefes de los sacerdotes se quedaron asombrados. Se preguntaban en qué terminaría todo aquello.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Cuando el capitán de la guardia del templo y los sacerdotes principales oyeron esto, quedaron perplejos y se preguntaban en qué iba a terminar todo el asunto.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

El jefe de la policía del Templo y los jefes de los sacerdotes quedaron desconcertados al oír esto y se preguntaban qué podía haber sucedido.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Cuando oyeron estas palabras, tanto el jefe de la guardia del templo como los principales sacerdotes, se preguntaban en qué iría a parar esto.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Cuando lo oyeron, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes acertaban a explicarse qué habría sido de ellos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el capitán del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello.

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Otras versiones



Hechos 5:24
17 Referencias Cruzadas  

Este fue a los jefes de los sacerdotes y a los capitanes del Templo para tratar con ellos cómo les entregaría a Jesús.


Luego dijo a los jefes de los sacerdotes, a los capitanes del Templo y a los líderes judíos, que habían venido a arrestarlo: ―¿Acaso soy un bandido, para que vengan con espadas y palos?


Por eso los fariseos comentaban entre sí: «Como pueden ver, no hemos logrado nada. ¡Miren cómo lo sigue todo el mundo!».


Sorprendidos y confundidos, se preguntaban: «¿Qué quiere decir esto?».


Mientras Pedro y Juan le hablaban a la gente, se les presentaron los sacerdotes, el capitán de la guardia del Templo y los saduceos.


Después de nuevas amenazas, los dejaron irse. Por causa de la gente, no hallaban manera de castigarlos. Todos alababan a Dios por lo que había sucedido.


«Encontramos la cárcel cerrada, con todas las medidas de seguridad, y a los guardias firmes a las puertas. Pero, cuando abrimos, a nadie encontramos adentro».


En esto, se presentó alguien que les informó: «¡Miren! Los hombres que ustedes metieron en la cárcel están en el Templo y siguen enseñando al pueblo».


Fue entonces el capitán con sus guardias y trajo a los apóstoles. Lo hizo sin hacer uso de la fuerza, pues tenían miedo de ser apedreados por la gente.