En Listra vivía un hombre que nació con un problema en sus piernas, de modo que no las podía mover. Nunca había podido caminar. Este hombre estaba sentado,
Hechos 3:2 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Junto a la entrada llamada Hermosa había un hombre paralítico de nacimiento. Todos los días lo dejaban allí para que pidiera dinero a los que entraban en el Templo. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Biblia Nueva Traducción Viviente Mientras se acercaban al templo, llevaban cargando a un hombre cojo de nacimiento. Todos los días lo ponían junto a la puerta del templo, la que se llama Hermosa, para que pidiera limosna a la gente que entraba. Biblia Católica (Latinoamericana) acababan de dejar allí a un tullido de nacimiento. Todos los días lo colocaban junto a la Puerta Hermosa, que es una de las puertas del Templo, para que pidiera limosna a los que entraban en el recinto. La Biblia Textual 3a Edicion Y era traído cierto varón que estaba cojo desde el vientre de su madre, a quien ponían cada día a la puerta del templo (la llamada Hermosa), para pedir limosna a los que entraban en el templo; Biblia Serafín de Ausejo 1975 en el momento en que llevaban a un hombre, cojo de nacimiento, al que ponían todos los días ante la puerta del templo llamada Preciosa, para pedir limosna a los que entraban en el templo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y un hombre que era cojo desde el vientre de su madre, era traído; al cual ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. |
En Listra vivía un hombre que nació con un problema en sus piernas, de modo que no las podía mover. Nunca había podido caminar. Este hombre estaba sentado,
Sus vecinos y los que lo habían visto pedir dinero decían: «¿No es este el que se sienta a mendigar?».
A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas.
y me dijo: “Cornelio, Dios ha oído tu oración y se ha acordado de tu ayuda a los pobres.
Sucedió que, al acercarse Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo dinero.
―¿Qué quieres, Señor? —le preguntó Cornelio, mirándolo fijamente y con mucho miedo. ―Dios ha escuchado tus oraciones y ha visto cómo ayudas a los pobres —le contestó el ángel—.
Pues el hombre que había sido milagrosamente sanado tenía más de cuarenta años.
Y lo reconocieron como el mismo hombre que acostumbraba pedir dinero sentado junto a la entrada llamada Hermosa. Entonces se llenaron de admiración y asombro por lo que le había sucedido.