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Hechos 27:29 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Tuvieron miedo de que fuéramos a estrellarnos contra las rocas. Por eso echaron cuatro anclas por la parte trasera del barco, y se pusieron a rogar que amaneciera.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciese de día.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

A la velocidad que íbamos, ellos tenían miedo de que pronto fuéramos arrojados contra las rocas que estaban a lo largo de la costa; así que echaron cuatro anclas desde la parte trasera del barco y rezaron que amaneciera.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Temerosos de que fuéramos a chocar contra unas rocas, tiraron cuatro anclas desde la popa y esperaron ansiosamente a que amaneciera.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y temiendo que encalláramos en algún lugar rocoso, soltaron cuatro anclas desde popa y deseaban con ansia que se hiciera de día.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Temiendo no fuéramos a dar contra alguna escollera, arrojaron desde popa cuatro anclas y esperaban ansiosos que se hiciera de día.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas de la popa; y ansiaban que se hiciese de día.

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Otras versiones



Hechos 27:29
8 Referencias Cruzadas  

Después de subirlo a bordo, amarraron con sogas todo el casco del barco para reforzarlo. Y, como tenían miedo de que el barco fuera a quedar atrapado en los bancos de arena de la Sirte, bajaron las velas y dejaron que el viento los llevara a donde fuera.


Sin embargo, el barco tiene que quedar atrapado en las arenas de alguna isla».


Midieron qué tan profunda estaba el agua y vieron que el agua tenía unos treinta y siete metros de profundidad. Más adelante volvieron a medir y vieron que tenía cerca de veintisiete metros de profundidad.


Los marineros intentaron escapar del barco. Inventaron la excusa de que iban a echar algunas anclas por la parte delantera del barco. Pero, en realidad, comenzaron a bajar el bote salvavidas al mar.


Confiamos en esa promesa como si fuera la firme y segura ancla de un barco. Así como el ancla mantiene al barco en un solo lugar, nosotros no abandonaremos nuestra fe. Es una fe que penetra hasta detrás de la cortina del lugar más santo del templo.