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Hechos 25:11 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Si soy culpable de haber hecho algo que merezca la muerte, no me niego a morir. Pero, si no son ciertas las acusaciones que presentan contra mí, nadie tiene el derecho de entregarme a ellos para verlos contentos. ¡Que el mismo césar me juzgue!

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Porque si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si nada hay de las cosas de que estos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A César apelo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Si he hecho algo digno de muerte, no me niego a morir; pero si soy inocente, nadie tiene el derecho de entregarme a estos hombres para que me maten. ¡Apelo al César!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Si he cometido algún delito que merezca la muerte, acepto morir. Pero si no he hecho nada de lo que me acusan, nadie tiene derecho a entregarme a ellos. Apelo al César.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Por tanto, si soy culpable y he hecho algo digno de muerte, no rehúso morir; pero si nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos: Apelo a César.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Si soy culpable y he cometido algún delito que merezca la muerte, no rehúyo morir; pero si nada hay de lo que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. Apelo al César'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Porque si algún agravio, o alguna cosa digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si nada hay de las cosas de que estos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A César apelo.

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Otras versiones



Hechos 25:11
17 Referencias Cruzadas  

Pero Pablo respondió a los guardias: ―¿Cómo? Nosotros somos ciudadanos romanos. Nos han azotado en público sin habernos juzgado, y nos han echado en la cárcel. ¿Y ahora quieren expulsarnos a escondidas? ¡Nada de eso! Que vengan ellos personalmente y nos lleven hasta la salida.


Pablo ya iba a hablar cuando Galión les dijo: ―Si ustedes los judíos estuvieran poniendo una demanda sobre algún delito o crimen grave, sería razonable escucharlos.


Cuando lo estaban sujetando con correas para golpearlo, Pablo le dijo al capitán que estaba allí: ―¿Permite la ley que ustedes golpeen a un ciudadano romano antes de ser juzgado?


Pablo contestó: ―Ya estoy ante el tribunal del césar, que es donde se me debe juzgar. No les he hecho ningún mal a los judíos, como usted sabe muy bien.


Después de consultar con sus asesores, Festo declaró: ―Has pedido que el césar te juzgue. ¡Al césar irás!


Pero Pablo pidió que fuera el césar quien lo juzgara. Entonces ordené que quedara detenido hasta ser llevado a Roma.


He llegado a la conclusión de que él no ha hecho nada que merezca la muerte. Pero, como él pidió que el césar lo juzgara, he decidido enviarlo a Roma.


Y Agripa le dijo a Festo: ―Se podría poner en libertad a este hombre si no hubiera pedido que el césar lo juzgue.


Cuando los judíos se opusieron, me vi obligado a pedir que el césar fuera mi juez. Pero no lo pedí porque tuviera alguna acusación contra mi nación.


Esos judíos mataron al Señor Jesús y a los profetas, y a nosotros nos echaron fuera del país. Ellos no agradan a Dios y con todos pelean,