No acabará de romper la caña doblada ni apagará la mecha que apenas arde, hasta que haga triunfar la justicia.
Hebreos 4:15 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Pues no tenemos un sumo sacerdote incapaz de entender nuestras debilidades. Al contrario, contamos con uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, pero él nunca pecó. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Biblia Nueva Traducción Viviente Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó. Biblia Católica (Latinoamericana) Nuestro sumo sacerdote no se queda indiferente ante nuestras debilidades, pues ha sido probado en todo igual que nosotros, a excepción del pecado. La Biblia Textual 3a Edicion Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino Uno que ha sido tentado en todo según nuestra semejanza, pero° sin pecado. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compartir el peso de nuestras debilidades, sino al contrario: tentado en todo, como semejante a nosotros, pero sin pecado. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas; sino uno que fue tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. |
No acabará de romper la caña doblada ni apagará la mecha que apenas arde, hasta que haga triunfar la justicia.
Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo lo sometiera a tentación.
Ahora bien, ustedes son los que han estado siempre a mi lado en mis pruebas.
Allí estuvo cuarenta días y fue tentado por el diablo. No comió nada durante esos días y, al final, tuvo hambre.
¿Quién de ustedes me puede probar que soy culpable de pecado? Si digo la verdad, ¿por qué no me creen?
La Ley no pudo liberarnos, porque nuestro pecado eliminó su poder. Por eso Dios envió a su propio Hijo en un cuerpo semejante al de nosotros los pecadores. Lo envió para que se ofreciera en sacrificio por el pecado, y de esa manera le quitó al pecado su poder.
Cristo no cometió pecado alguno, pero, por amor a nosotros, Dios lo trató como pecador, para declararnos justos por medio de Cristo.
En Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos. Por eso, sigamos confiando firmemente en la noticia que anunciamos.
Pero él mismo es débil como cualquier ser humano. Por eso puede tratar con paciencia a los ignorantes y desobedientes.
Nos convenía tener un sumo sacerdote así: santo, sin maldad, sin pecado, apartado de los pecadores y a quien se le ha dado el honor más alto en cielo.
De igual manera, Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos. Después aparecerá por segunda vez. Pero ya no vendrá para morir por el pecado de alguno, sino para traer salvación a quienes esperan su regreso.
Pero ustedes saben que Jesucristo vino para quitar nuestros pecados. Y él no tiene pecado.