Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella.
Gálatas 2:9 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) En efecto, Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados líderes importantes, reconocieron que Dios, aunque yo no lo merecía, me escogió. Entonces nos dieron la mano a Bernabé y a mí aceptándonos como compañeros. Y acordamos que nosotros iríamos a los no judíos y ellos a los judíos. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. Biblia Nueva Traducción Viviente De hecho, Santiago, Pedro y Juan —quienes eran considerados pilares de la iglesia— reconocieron el don que Dios me había dado y nos aceptaron a Bernabé y a mí como sus colegas. Nos animaron a seguir predicando a los gentiles mientras ellos continuaban su tarea con los judíos. Biblia Católica (Latinoamericana) Santiago, Cefas y Juan reconocieron la gracia que Dios me ha concedido. Estos hombres, que son considerados pilares de la Iglesia, nos estrecharon la mano a mí y a Bernabé en señal de comunión: nosotros nos dirigiríamos a los paganos y ellos a los judíos. La Biblia Textual 3a Edicion y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo y Cefas y Juan, quienes parecían ser las columnas, nos dieron la diestra a mí y a Bernabé en señal de compañerismo, para que nosotros fuéramos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. Biblia Serafín de Ausejo 1975 y reconociendo la gracia que se me había dado, Santiago y Cefas y Juan, los considerados como columnas, nos dieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé, para que nosotros fuéramos a los gentiles, y ellos a los circuncisos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) y cuando Jacobo, Cefas, y Juan, que parecían ser columnas, percibieron la gracia que me fue dada, nos dieron a mí y a Bernabé las diestras de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. |
Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella.
Entonces Jesús les dijo a Pedro y a Juan: ―Vayan a hacer los preparativos para que comamos la Pascua.
Luego lo llevó a Jesús, quien, mirándolo fijamente, le dijo: ―Tú eres Simón, hijo de Juan. Serás llamado Cefas (es decir, Pedro).
Con la mano Pedro les hizo señas de que se callaran, y les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. ―Cuéntenles esto a Santiago y a los otros creyentes —les dijo. Luego salió y se fue a otro lugar.
Cuando terminaron, Santiago tomó la palabra y dijo: ―Hermanos en la fe, escúchenme.
Después de una larga discusión, Pedro tomó la palabra: ―Hermanos en la fe, ustedes saben que desde un principio Dios me eligió de entre ustedes. Me eligió para que les anunciara el mensaje de la buena noticia a los que no son judíos y estos creyeran.
Había un levita llamado José, nacido en Chipre, al que los apóstoles llamaban Bernabé, que significa: «El que trae consuelo».
Por medio de él, y en honor a su nombre, fuimos llamados a ser apóstoles, para convencer a todas las naciones de creer en él y obedecerle.
Yo sé que no lo merezco, pero Dios me ha dado autoridad para decirles lo siguiente: Nadie piense que es mejor o superior a otro. Más bien piensen que lo que ustedes son, lo son gracias a la medida de fe que Dios les ha dado.
Sin embargo, les he escrito con mucha franqueza sobre algunos asuntos, como para refrescarles la memoria. Aunque no lo merezco, Dios me envió a ustedes, y por eso me atrevo a decirles todo esto.
Pero soy apóstol gracias al amor de Dios, aunque no merezco ese amor. Ese amor por mí ha dado resultados, pues he trabajado con más fuerza que los demás apóstoles. Sin embargo, reconozco que no soy yo quien lo ha logrado. Ha sido obra de Dios, quien me ha amado sin yo merecerlo.
Pero considero que en nada soy inferior a esos que se creen «superapóstoles».
Me he portado como un loco, pero ustedes me han obligado a ello. Ustedes debían hablar bien de mí, pues de ningún modo soy inferior a los tales «superapóstoles», aunque yo no soy nada.
Nos rogaron con insistencia que les diéramos el privilegio de tomar parte en esta ayuda para los creyentes.
me reveló a su Hijo para que yo hablara de él entre los no judíos. Cuando él me llamó no le pedí a nadie su opinión.
Después de tres años, subí a Jerusalén para visitar a Pedro, y me quedé con él quince días.
Catorce años después subí de nuevo a Jerusalén, esta vez con Bernabé, llevando también a Tito.
Fui porque Dios me había mostrado que debía hacerlo. Allí me reuní en privado con los que eran reconocidos como dirigentes. Entonces les expliqué el mensaje de la buena noticia, el cual predico entre los que no son judíos. Quería contarles lo que hacía, para que todo mi esfuerzo no fuera inútil.
Si alguien cree ser importante, cuando en realidad no lo es, se engaña a sí mismo.
Ahora todos somos como una sola casa, que Dios ha construido sobre un sólido fundamento. Y ese fundamento es todo lo que los apóstoles y los profetas nos han enseñado. Pero la piedra más importante de ese fundamento es Cristo Jesús.
Yo soy el más insignificante de todos los creyentes. Sin embargo, recibí este privilegio inmerecido de predicar a las naciones acerca de las incontables bendiciones que Cristo nos puede dar.
si me retraso, podrás saber cómo hay que portarse en la familia de Dios, que es la iglesia del Dios viviente. La iglesia es quien sostiene y defiende la verdad.
Así que, lo que les anunciamos es algo que hemos visto y oído. Lo hacemos para que ustedes tengan una relación de amistad con nosotros, del mismo modo que nosotros tenemos una relación de amigos con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Al vencedor le daré un lugar importante en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí. Sobre él escribiré el nombre de mi Dios. También escribiré el nombre de la nueva Jerusalén, ciudad de mi Dios. Esta ciudad baja del cielo de parte de mi Dios. Además, escribiré sobre él mi nombre nuevo.