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Gálatas 1:22 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Sin embargo, en Judea, las iglesias de Cristo no me conocían personalmente.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Y aun así, las iglesias en Cristo que están en Judea todavía no me conocían personalmente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

de manera que las Iglesias de Cristo en Judea no me conocían personalmente.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y era desconocido de cara por las iglesias de Judea, las que eran en el Mesías.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

las iglesias de Cristo de Judea no me conocían personalmente.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo;

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Otras versiones



Gálatas 1:22
11 Referencias Cruzadas  

A ustedes, hermanos en la fe, les pasó lo mismo que a los hermanos de las iglesias de Dios en Judea. Estos hermanos, que creyeron en Cristo Jesús, sufrieron por causa de los judíos. Y ustedes sufrieron lo mismo por causa de sus compatriotas.


Saluden a Andrónico y a Junías, mis parientes y compañeros de cárcel. Ellos se convirtieron a Cristo antes que yo, y gozan de buena reputación entre los apóstoles.


Los saludan Pablo, Silvano y Timoteo. Esta carta va dirigida a la iglesia de los tesalonicenses, que pertenece a Dios nuestro Padre y al Señor Jesucristo.


Los saludan Pablo, Silvano y Timoteo. Esta carta va dirigida a la iglesia de los tesalonicenses. Ustedes pertenecen a Dios el Padre y al Señor Jesucristo. Le pido a Dios que les permita gozar de su inmerecido amor y les dé paz.


Los saludan Pablo y Timoteo, servidores de Cristo Jesús. Esta carta va dirigida a todos los creyentes en Cristo Jesús que están en Filipos, junto con los líderes y diáconos.


Pero gracias a él ustedes están unidos a Cristo Jesús, y esa unión los hizo sabios. Porque quien está unido a Cristo es declarado justo, es parte del pueblo de Dios y es liberado del pecado.


Mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Cada día se hacía más fuerte, pues todos respetaban al Señor. El número de creyentes iba creciendo, y eran todos fortalecidos por el Espíritu Santo.


Saluden de mi parte a Priscila y a Aquila, mis compañeros en el servicio a Cristo Jesús.


Saluden a Urbano, nuestro compañero en servicio a Cristo, y a Estaquis, mi querido hermano en la fe.


Saluden a Apeles, que ha dado tantas pruebas de su fe en Cristo. Saluden a los de la familia de Aristóbulo.


En cualquier caso, cada uno debe seguir viviendo en la misma condición que el Señor le asignó. Quédense así como estaban cuando Dios los llamó a ser parte de su iglesia. Esta es la regla que doy a todas las iglesias.