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Gálatas 1:16 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

me reveló a su Hijo para que yo hablara de él entre los no judíos. Cuando él me llamó no le pedí a nadie su opinión.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

revelarme a su Hijo para que yo proclamara a los gentiles la Buena Noticia acerca de Jesús. Cuando esto sucedió, no me apresuré a consultar con ningún ser humano.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

y revelar en mí a su Hijo para que lo proclamara entre los pueblos paganos. En ese momento no pedí consejos humanos,

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La Biblia Textual 3a Edicion

revelar a su Hijo en mí° para que lo proclamara entre los gentiles, no consulté enseguida con carne y sangre;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara entre los gentiles, en seguida, sin consultar con nadie,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles; no consulté enseguida con carne y sangre;

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Otras versiones



Gálatas 1:16
30 Referencias Cruzadas  

―Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás —le dijo Jesús—, porque eso no te lo reveló ninguna persona, sino mi Padre que está en el cielo.


Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil».


Pero el Señor me respondió: “Vete; yo te enviaré lejos, a los no judíos”».


Y día tras día, en el Templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar la buena noticia de que Jesús es el Cristo.


―¡Ve! —insistió el Señor—, porque he elegido a ese hombre como mi instrumento. Él dará a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como al pueblo de Israel.


En seguida se dedicó a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios.


Por medio de él, y en honor a su nombre, fuimos llamados a ser apóstoles, para convencer a todas las naciones de creer en él y obedecerle.


Les hablo ahora a ustedes, los no judíos. Para mí es un honor haber sido enviado a ustedes y servirles.


Les digo, hermanos en la fe, que el cuerpo material no puede formar parte del reino de Dios. El cuerpo que se descompone al morir no puede ser parte de un reino que vive para siempre.


Pues Dios, que ordenó: «¡Que la luz brille en la oscuridad!», hizo brillar su luz en nuestra mente para que viéramos con claridad la gloria de Dios que brilla en el rostro de Jesucristo.


Así que de ahora en adelante no valoramos a nadie siguiendo criterios humanos. Antes valorábamos a Cristo de esa manera, pero ya no lo hacemos así.


Catorce años después subí de nuevo a Jerusalén, esta vez con Bernabé, llevando también a Tito.


Yo, Pablo, estoy preso por anunciar el mensaje de Cristo Jesús, y lo he hecho por el bien de ustedes los no judíos.


Porque nuestra lucha no es contra gente de esta tierra, sino contra fuerzas espirituales malignas que actúan en el reino espiritual. Luchamos contra gobernantes, autoridades y poderes que no son de este mundo y tienen dominio sobre las tinieblas.


pues quieren impedir que prediquemos a los no judíos para que sean salvos. Pero con eso solo logran acumular más pecado. El castigo de Dios será muy duro sobre ellos.


Por eso me nombró predicador y apóstol de ese mensaje. Digo la verdad y no miento: Dios me hizo maestro de los no judíos para enseñarles la verdadera fe.


Dios me encargó anunciar ese mensaje, y me eligió como apóstol y maestro.


Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso, Cristo también compartió esa naturaleza humana. Lo hizo para eliminar, mediante la muerte, al que tiene el dominio de la muerte —es decir, al diablo—.