Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: ―Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.
Apocalipsis 6:2 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Miré, ¡y apareció un caballo blanco! El jinete llevaba un arco; se le dio una corona, y salió como vencedor, para seguir venciendo. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer. Biblia Nueva Traducción Viviente Levanté la vista y vi que había un caballo blanco, y su jinete llevaba un arco, y se le colocó una corona sobre la cabeza. Salió cabalgando para ganar muchas batallas y obtener la victoria. Biblia Católica (Latinoamericana) Apareció un caballo blanco; el que lo montaba tenía un arco, le dieron una corona y partió como vencedor y para vencer. La Biblia Textual 3a Edicion Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Miré y apareció un caballo blanco. El jinete llevaba un arco; le dieron una corona y salió como vencedor y para vencer. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que estaba sentado sobre él tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer. |
Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: ―Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.
Pues es necesario que Cristo reine hasta poner a todos sus enemigos bajo su dominio.
El séptimo ángel tocó su trompeta. Entonces en el cielo se escucharon fuertes voces que decían: «El reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo. Él reinará para siempre».
Las naciones se han enfurecido; pero ha llegado el momento de su castigo. Es el momento de juzgar a los muertos. Es el momento de premiar a tus servidores los profetas. Es el momento de premiar a los que creyeron en ti y a los que honran tu nombre, sean grandes o pequeños. Y también es el momento de destruir a los que destruyen la tierra».
Miré, y apareció una nube blanca, sobre la cual estaba sentado alguien que se parecía al Hijo del hombre. En la cabeza tenía una corona de oro y en la mano, una hoz afilada.
Vi también un mar como de vidrio mezclado con fuego. De pie, a la orilla del mar, estaban los que habían vencido a la bestia, no habían adorado su imagen ni aceptado llevar el número de su nombre. Tenían las arpas que Dios les había dado.
Le harán la guerra al Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes. Con él estarán aquellos que por él han sido llamados. Son sus elegidos, los que siempre le han sido fieles».
Lo siguen los ejércitos del cielo, montados en caballos blancos y vestidos con tela fina, blanca y limpia.
Al vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono. Así como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.
El aspecto de los saltamontes era como de caballos equipados para la guerra. Llevaban en la cabeza algo que parecía una corona de oro. Su cara era como la de un ser humano.