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Apocalipsis 6:11 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Entonces cada uno de ellos recibió ropas blancas. Y se les dijo que esperaran un poco más. Primero tenía que completarse el número de sus compañeros de servicio. Es decir, de los creyentes que iban a sufrir la muerte como ellos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Entonces a cada uno de ellos se le dio una túnica blanca, y se les dijo que descansaran un poco más hasta que se completara el número de sus hermanos, los consiervos de Jesús que se unirían a ellos después de morir como mártires.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Entonces se les dio a cada uno un vestido blanco y se les dijo que esperaran todavía un poco, hasta que se completara el número de sus hermanos y compañeros de servicio, que iban a ser muertos como ellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y a cada uno le fue dada una túnica blanca, y les fue dicho que descansaran aún un poco de tiempo, hasta que se completara el número° de sus consiervos, el de sus hermanos que debían ser asesinados también como ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Se les dio a cada uno una túnica blanca y se les dijo que estuvieran tranquilos todavía un poco de tiempo, hasta que se completase el número de sus consiervos y de sus hermanos, que serían asesinados igual que ellos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y les fueron dadas vestiduras blancas a cada uno de ellos, y les fue dicho que reposasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completaran sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.

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Otras versiones



Apocalipsis 6:11
19 Referencias Cruzadas  

»El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre, al hijo. Los hijos se rebelarán contra sus padres y harán que los maten.


Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies.


Los expulsarán de las sinagogas. Y hasta viene el día en que cualquiera que los mate pensará que le está prestando un servicio a Dios.


Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo. Lo que me importa es terminar la tarea que me dio el Señor Jesús. Quiero cumplir mi misión: anunciar el mensaje de la buena noticia del inmerecido amor de Dios.


Y a ustedes que sufren, les dará descanso, lo mismo que a nosotros. Esto sucederá cuando el Señor Jesús regrese, cuando aparezca en el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles.


Me he esforzado, como quien pelea una buena batalla o termina una carrera. Y, al final, he mantenido la fe en Cristo.


Y es que Dios había preparado algo mejor para nosotros. Por eso, no los hizo perfectos antes que a nosotros.


Se han acercado a la multitud de los que Dios ha tratado como a sus primeros hijos. Es decir, a los que él ha dado el derecho de vivir en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos a quienes Dios ha hecho perfectos.


Pues el que disfruta de este descanso descansa también de sus obras, como Dios descansó de las suyas.


e hizo un juramento. Juró por el que vive para siempre, el que creó el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. Dijo: «¡El tiempo ha terminado!


Se le permitió dar vida a la imagen de la primera bestia, para que pudiera hablar, y así mandar a matar a quienes no adoraran la imagen.


Entonces oí una voz del cielo que decía: «Escribe: Dichosos los que de ahora en adelante mueren siendo fieles al Señor». «Sí —dice el Espíritu—, ellos descansarán de su duro trabajo, pues Dios ha visto todo el bien que hacen».


Vi que la mujer se había emborrachado con la sangre de los creyentes que dieron su vida por hablar acerca de Jesús. Al verla, quedé muy asombrado.


―Eso usted lo sabe, mi señor —respondí. Él me dijo: ―Son los que pasaron por el gran tiempo de sufrimiento. Esta gente ha sido perdonada de sus pecados por medio del derramamiento de la sangre del Cordero.


Después de esto miré, y apareció una gran cantidad de personas. Era gente de todas las naciones, tribus, pueblos e idiomas. Eran tantas personas que nadie podía contarlas. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de ropas blancas y con ramas de palma en la mano.