»El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder y, lleno de alegría, fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo.
Apocalipsis 3:18 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego. Así serás rico de verdad. De mí compra ropas blancas para que te vistas como los santos y cubras la vergüenza de tu pecado. También compra colirio para que te lo pongas en los ojos y comiences a ver como yo veo. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Biblia Nueva Traducción Viviente Así que te aconsejo que de mí compres oro —un oro purificado por fuego— y entonces serás rico. Compra también ropas blancas de mí, así no tendrás vergüenza por tu desnudez, y compra ungüento para tus ojos, para que así puedas ver. Biblia Católica (Latinoamericana) Te aconsejo que me compres oro refinado para que te hagas rico, ropas blancas para que te cubras y no tengas que avergonzarte de tu desnudez; por último pídeme un colirio que te pondrás en los ojos para ver. La Biblia Textual 3a Edicion Te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego para que seas rico, y vestiduras blancas° para que te cubras, y no aparezca la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos, para que veas. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Te aconsejo que compres de mi oro acrisolado por el fuego para enriquecerte, vestiduras blancas para vestirte y no quede descubierta la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos y puedas ver. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para que te vistas, y no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. |
»El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder y, lleno de alegría, fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo.
“No —respondieron estas—, porque así no va a alcanzar ni para nosotras ni para ustedes. Es mejor que vayan a los que venden aceite y compren para ustedes mismas”.
»Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios».
Ya conocen el gran amor que les tiene nuestro Señor Jesucristo. No lo merecían, pero él, aunque era rico, se hizo pobre para ayudarlos. Lo hizo para que, por medio de su pobreza, ustedes llegaran a ser ricos.
Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen.
Escuchen, mis queridos hermanos en la fe: Recuerden que Dios ha elegido a los pobres de este mundo, para hacerlos ricos en fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman.
El oro, aunque no dura para siempre, se prueba por medio del fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, tiene que pasar por el fuego de las dificultades. De esta manera se demostrará cuánto confían en Dios. Su fe recibirá entonces la aprobación de Jesucristo cuando aparezca de nuevo. Y recibirán no solo aprobación, sino gloria y honor.
Recuerden lo que Cristo dijo: «¡Cuidado! ¡Vengo como un ladrón! Dichoso el que se mantenga alerta y vestido; así no tendrá que andar desnudo ni sufrir vergüenza por su desnudez».
y se le ha permitido vestirse de tela fina, limpia y resplandeciente». (La tela fina representa las acciones justas de los creyentes.)
Conozco tus sufrimientos y tu pobreza. ¡Sin embargo, eres rico espiritualmente! Sé qué algunos de los que dicen ser judíos hablan mal de ti, pero ellos no son judíos. En realidad, esos no son más que un grupo controlado por Satanás.
Dices: “Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada”. Pero no te das cuenta de cuán infeliz y desdichado, pobre, ciego y desnudo eres tú.
El trono estaba rodeado por otros veinticuatro tronos. En estos estaban sentados veinticuatro líderes vestidos de blanco y con una corona de oro en la cabeza.
Entonces uno de los líderes me preguntó: ―Esos que están vestidos de blanco, ¿quiénes son, y de dónde vienen?