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Apocalipsis 21:23 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren. Porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna, porque la gloria de Dios ilumina la ciudad, y el Cordero es su luz.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

La ciudad no necesita luz del sol ni de la luna, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y la ciudad no tiene necesidad del sol ni de la luna para que la iluminen,° porque la gloria de Dios la iluminó,° y el Cordero es su lumbrera.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

La ciudad no necesita del sol ni de la luna para que la iluminen, porque la ilumina la gloria de Dios y su lámpara es el Cordero.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y la ciudad no tenía necesidad de sol ni de luna para que resplandezcan en ella; porque la gloria de Dios la iluminaba, y el Cordero es su luz.

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Otras versiones



Apocalipsis 21:23
25 Referencias Cruzadas  

Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho.


Quizá haya alguien que se avergüence de mí y de mis palabras en medio de esta gente infiel y pecadora. Si es así, el Hijo del hombre se avergonzará de esa persona cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.


luz que ilumina a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».


Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, la gloria del Hijo único del Padre. Y estaba lleno de amor y de verdad.


A Dios nadie lo ha visto nunca. El Hijo único, que es Dios, nos lo ha dado a conocer, pues vive en unión íntima con el Padre.


En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad.


Esa luz verdadera, la que alumbra a todas las personas, venía a este mundo.


»Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean la gloria que me diste porque me has amado desde antes de la creación del mundo.


Así lo hizo para que todos honren al Hijo como lo honran a él. El que se niega a honrar al Hijo no honra al Padre que lo envió.


Mis compañeros me llevaron de la mano hasta Damasco porque el resplandor de aquella luz me había dejado ciego.


Estos no cometieron pecados sexuales con mujeres, sino que se mantuvieron puros. Son los que siguieron al Cordero por dondequiera que iba. De toda la humanidad, ellos fueron los primeros en ser salvados como una ofrenda para Dios y el Cordero.


Después de esto vi a otro ángel que bajaba del cielo. Tenía mucho poder, y la tierra se iluminó con su resplandor.


Brillaba con la gloria de Dios. Su brillo era como el de una piedra preciosa, como un diamante, transparente como el cristal.


Sus puertas nunca se cerrarán, pues no habrá noche, siempre será de día.


Ya no habrá noche. No necesitarán la luz del sol ni la luz de una lámpara, porque el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán para siempre.


Entonces vi a un Cordero que estaba de pie y parecía haber sido sacrificado. Estaba en medio de los cuatro seres vivientes y del trono y de los líderes. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.


Pues el Cordero que está en el trono los guiará y los llevará a fuentes de agua viva. Dios les secará toda lágrima de sus ojos.