El que tiene a la novia es el novio. Pero el amigo del novio, que está a su lado y lo escucha, se llena de alegría cuando oye la voz del novio. Esa es la alegría que me inunda.
Apocalipsis 21:2 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, donde está Dios. La ciudad parecía una novia hermosamente preparada y vestida para su prometido. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Biblia Nueva Traducción Viviente Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde la presencia de Dios, como una novia hermosamente vestida para su esposo. Biblia Católica (Latinoamericana) Y vi a la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia que se adorna para recibir a su esposo. La Biblia Textual 3a Edicion Y° vi que descendía del cielo, de Dios,° la ciudad° santa: Una nueva Jerusalem, dispuesta como una esposa ataviada para su esposo.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo de parte de Dios, preparada como esposa ataviada para su esposo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y yo Juan vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía de Dios, del cielo, dispuesta como una novia ataviada para su marido. |
El que tiene a la novia es el novio. Pero el amigo del novio, que está a su lado y lo escucha, se llena de alegría cuando oye la voz del novio. Esa es la alegría que me inunda.
Yo me preocupo mucho por ustedes, y eso es algo que Dios ha puesto en mi corazón. Lo que deseo es que ustedes sean de Cristo para siempre. Yo he prometido presentarlos a ustedes ante Cristo como una novia virgen y pura que se guarda para su único esposo.
Abraham tenía la confianza de ver algún día la ciudad de firmes cimientos, de la cual Dios es arquitecto y constructor.
Más bien, deseaban una patria mejor, es decir, la del cielo. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad.
En cambio, ustedes se han acercado al monte Sion. Es decir, a la Jerusalén del cielo, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a una inmensa multitud de ángeles llenos de gozo.
Pues aquí no tenemos una ciudad que dure para siempre, por eso buscamos la ciudad que está por llegar.
Este libro narra lo que Dios le mostró a Jesucristo acerca de las cosas que sucederán pronto. Dios se las mostró para que él se las muestre a sus servidores. Jesucristo envió entonces a su ángel para dar a conocer estas cosas a Juan, su servidor.
Los saluda Juan. Escribo este libro a las siete iglesias que están en la provincia de Asia. Le pido a Dios, quien es, era y vendrá, que los llene de su amor inmerecido y de su paz. Lo mismo pido a los siete espíritus que están delante de su trono
Yo, Juan, soy su hermano en la fe. Con ustedes comparto el sufrimiento, el reino y el seguir confiando en Jesús. Yo fui enviado a la isla de Patmos como castigo por anunciar el mensaje de Dios y hablar acerca de Jesús.
Pero no incluyas el patio exterior del templo; no lo midas, porque ha sido entregado a las naciones que no creen en Dios. La gente de estas naciones ocupará la ciudad santa durante cuarenta y dos meses.
Entonces el Espíritu me llevó a una montaña grande y elevada. Allí me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, donde está Dios.
Se acercó uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas con los últimos siete castigos. Me habló así: «Ven, que te voy a presentar a la novia, la esposa del Cordero».
El Espíritu y la esposa del Cordero dicen: «¡Ven!». El que escuche diga: «¡Ven!». El que tenga sed, venga. Y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida.
Y que nadie le quite nada al mensaje de este libro de profecía. Al que lo haga, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, que se mencionan en este libro.
Al vencedor le daré un lugar importante en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí. Sobre él escribiré el nombre de mi Dios. También escribiré el nombre de la nueva Jerusalén, ciudad de mi Dios. Esta ciudad baja del cielo de parte de mi Dios. Además, escribiré sobre él mi nombre nuevo.