Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo.
Apocalipsis 2:26 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Este es el premio para el que venza y cumpla mi voluntad hasta el fin: le daré autoridad sobre las naciones Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, Biblia Nueva Traducción Viviente A todos los que salgan vencedores y me obedezcan hasta el final: Les daré autoridad sobre todas las naciones. Biblia Católica (Latinoamericana) Al que venza y se mantenga en mis caminos hasta el fin, le daré poder sobre las naciones, La Biblia Textual 3a Edicion Al° que venza y al° que guarde mis obras hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y al que venza y al que guarde mis obras hasta el final, le daré potestad sobre las naciones; Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré potestad sobre las naciones; |
Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo.
―Les aseguro —respondió Jesús— que en la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, ustedes que me han seguido se sentarán también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
―Esta es la obra de Dios: que crean en aquel a quien él envió —les respondió Jesús.
A los que hacen el bien para recibir gloria, honor y vivir para siempre, Dios les dará vida eterna.
Sin embargo, en todas estas dificultades somos más que vencedores, pues Cristo nos amó y nos da la victoria.
Por eso, cuando ya no pude soportarlo más, mandé a Timoteo para saber si ustedes seguían confiando en Jesús. Tenía miedo de que el diablo los hubiera tentado a hacer lo malo y que nuestro trabajo con ustedes hubiera sido inútil.
Cristo, como Hijo de Dios, es obediente al guiar al pueblo de Dios que somos nosotros. Y continuaremos siendo su pueblo si nos mantenemos seguros y confiando con orgullo en nuestra salvación.
Me pides pruebas de que no se puede creer sin hacer el bien. ¡Eso me parece una tontería!
Aunque esos enemigos salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con nosotros. Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros.
Y este es su mandamiento: que creamos en su Hijo Jesucristo y nos amemos los unos a los otros, tal como él lo ha ordenado.
Los que vencen a la maldad del mundo son los que creen que Jesús es el Hijo de Dios.
El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no sufrirá daño alguno de la segunda muerte, es decir, jamás será separado de Dios.
El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré del maná escondido. Además, le daré una piedrecita blanca. En ella está escrito un nombre nuevo que solo conoce el que lo recibe.
El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré derecho a comer del árbol de la vida. Este árbol está en el paraíso de Dios.
Entonces vi tronos donde se sentaron los que recibieron autoridad para juzgar. Vi también a los que habían sido asesinados por hablar acerca de Jesús y anunciar el mensaje de Dios. Ellos no habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni se habían dejado poner su marca en la frente ni en la mano. Volvieron a vivir y reinaron con Cristo mil años.
Al que salga vencedor le daré todo esto, y yo seré su Dios y él será mi hijo.
Ya no habrá noche. No necesitarán la luz del sol ni la luz de una lámpara, porque el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán para siempre.
Al vencedor le daré un lugar importante en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí. Sobre él escribiré el nombre de mi Dios. También escribiré el nombre de la nueva Jerusalén, ciudad de mi Dios. Esta ciudad baja del cielo de parte de mi Dios. Además, escribiré sobre él mi nombre nuevo.
Al vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono. Así como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.
El vencedor se vestirá de blanco. Jamás borraré su nombre del libro de la vida. Reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles.