Pero Dios me ha ayudado hasta hoy. Por eso me mantengo firme, hablando de esto a todos por igual. No he dicho sino lo que los Profetas y Moisés ya dijeron que sucedería:
Apocalipsis 13:16 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Además logró que a todos se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente. Todos fueron marcados: grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; Biblia Nueva Traducción Viviente Además exigió que a todos —pequeños y grandes; ricos y pobres; libres y esclavos— se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente. Biblia Católica (Latinoamericana) Hace, pues, que todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se pongan una marca en la mano derecha o en la frente;' La Biblia Textual 3a Edicion Y hace que a todos, a pequeños y grandes, a ricos y pobres, a libres y esclavos, les pongan una marca en su mano derecha o en su frente, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Ordena que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha o en la frente Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, se les ponga una marca en su mano derecha, o en su frente; |
Pero Dios me ha ayudado hasta hoy. Por eso me mantengo firme, hablando de esto a todos por igual. No he dicho sino lo que los Profetas y Moisés ya dijeron que sucedería:
Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para formar un solo cuerpo —ya seamos judíos o no judíos, esclavos o libres—. A todos se nos hizo compartir un mismo Espíritu.
Ya no importa si son judíos o griegos, esclavos o libres, hombres o mujeres, sino que todos ustedes son iguales gracias a Cristo Jesús.
Por lo demás, que nadie me cause más problemas, porque yo llevo en el cuerpo cicatrices que demuestran que le pertenezco a Jesús.
Pues deben saber que el Señor recompensará a cada uno por el bien que haya hecho, sea esclavo o sea libre.
En esta nueva manera de vivir no importa si eres griego o judío, si estás circuncidado o no lo estás, si eres extranjero o un salvaje, si eres esclavo o eres libre. Cristo es todo lo que importa, y él vive en todos nosotros.
Del mismo modo que Janes y Jambres se opusieron a Moisés, también esa gente se opone a la verdad. Son personas que solo piensan en hacer lo malo, gente que no sabe confiar en Dios.
Las naciones se han enfurecido; pero ha llegado el momento de su castigo. Es el momento de juzgar a los muertos. Es el momento de premiar a tus servidores los profetas. Es el momento de premiar a los que creyeron en ti y a los que honran tu nombre, sean grandes o pequeños. Y también es el momento de destruir a los que destruyen la tierra».
Vi también un mar como de vidrio mezclado con fuego. De pie, a la orilla del mar, estaban los que habían vencido a la bestia, no habían adorado su imagen ni aceptado llevar el número de su nombre. Tenían las arpas que Dios les había dado.
Vengan a comer carne de reyes, de jefes militares y de poderosos; carne de caballos y de sus jinetes; carne de toda clase de gente: libres y esclavos, grandes y pequeños».
Pero la bestia fue capturada junto con el falso profeta. Este es el que hacía cosas maravillosas bajo la autoridad de la bestia. Por medio de esas cosas engañaba a los que habían recibido la marca de la bestia y adoraban su imagen. Los dos fueron echados vivos al lago de fuego y azufre.
Y del trono salió una voz que decía: «¡Alaben a nuestro Dios ustedes, todos sus servidores, grandes y pequeños, que con humildad y obediencia le sirven!».
Vi también a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Se abrieron unos libros. Luego se abrió otro libro, que es el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados según lo que habían hecho, conforme a lo que estaba escrito en los libros.
Entonces vi tronos donde se sentaron los que recibieron autoridad para juzgar. Vi también a los que habían sido asesinados por hablar acerca de Jesús y anunciar el mensaje de Dios. Ellos no habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni se habían dejado poner su marca en la frente ni en la mano. Volvieron a vivir y reinaron con Cristo mil años.
La gente se escondió en cuevas y entre las peñas de las montañas. Todos se escondieron: los reyes de la tierra, la gente importante, los jefes militares, los ricos y los poderosos. También se escondieron los esclavos y los libres.
«¡No hagan daño ni a la tierra, ni al mar ni a los árboles, hasta que hayamos puesto un sello en la frente de los servidores de nuestro Dios!».