Hermanos en la fe, también les rogamos que llamen la atención a los perezosos, denles ánimo a los desanimados, ayuden a los débiles y sean pacientes con todos.
2 Timoteo 4:2 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Predica el mensaje de Dios, nunca dejes de hacerlo, aunque no parezca ser el mejor momento. Corrige, reprende y anima con mucha paciencia a todos, sin dejar de enseñar. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Biblia Nueva Traducción Viviente predica la palabra de Dios. Mantente preparado, sea o no el tiempo oportuno. Corrige, reprende y anima a tu gente con paciencia y buena enseñanza. Biblia Católica (Latinoamericana) predica la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, rebatiendo, amenazando o aconsejando, siempre con paciencia y dejando una doctrina. La Biblia Textual 3a Edicion Predica la Palabra, insiste a tiempo y fuera de tiempo, redarguye,° exhorta y reprende con toda paciencia y doctrina. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, increpa, exhorta, con toda comprensión y sin cejar en la enseñanza. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Predica la palabra; insta a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende; exhorta con toda paciencia y doctrina. |
Hermanos en la fe, también les rogamos que llamen la atención a los perezosos, denles ánimo a los desanimados, ayuden a los débiles y sean pacientes con todos.
Esto es lo que debes enseñar. Aconseja y reprende con toda autoridad. Que nadie te menosprecie.
Mientras llego, dedícate a la lectura pública de las Escrituras, y a enseñar y animar a los creyentes.
Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, toma esto en serio y arrepiéntete.
¡Y es la verdad! Por eso, repréndelos con fuerza para que su confianza en Cristo sea buena.
Si alguien se mantiene alejado del pecado, llegará a ser como un vaso muy especial. Será un vaso que el Señor pondrá aparte de los demás, pues le es útil y está preparado para toda obra buena.
El que recibe instrucción en la palabra de Dios comparta todo lo bueno con quien le enseña.
Vivan alegres, pues ustedes tienen esperanza. Muestren paciencia cuando les toque sufrir y nunca dejen de orar.
Tú, en cambio, has seguido paso a paso mis enseñanzas, mi manera de vivir, mi propósito y mi fe. Sabes de la paciencia que he tenido, del amor que tengo por los demás y de cómo soporto las dificultades.
A los que pecan, repréndelos en público para que sirva de advertencia a los demás.
Y fue Dios quien decidió hacerme servidor de ustedes, su iglesia, para cumplir así su promesa.
¿Y quién les predicará sin ser enviado? Así dicen las Escrituras: «¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas noticias!».
El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan. Como iba a salir al día siguiente, Pablo estuvo hablando a los creyentes y prolongó su discurso hasta la medianoche.
El sábado salimos a las afueras de la ciudad y fuimos por la orilla del río, donde esperábamos encontrar un lugar de oración. Nos sentamos y nos pusimos a conversar con las mujeres que se habían reunido.
―Deja que los muertos entierren a sus muertos, pero tú ve y anuncia el reino de Dios —le respondió Jesús.
Cuando llegaron ante Jesús, le rogaron con insistencia: ―Este hombre merece que le des lo que te pide.
Cuando tengas que corregir a tus enemigos, hazlo con humildad, con la esperanza de que Dios les permita arrepentirse y así conozcan la verdad.
Hermanos en la fe, les ruego que reciban bien estos consejos, ya que les he escrito brevemente.
Cuando llegamos a Roma, a Pablo se le permitió tener su propia casa, con un soldado que lo vigilara.
Al llegar a Salamina, predicaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan como ayudante.
Oren además por nosotros para que Dios nos abra la oportunidad de anunciar el mensaje del plan que Dios mantenía en secreto, que es Cristo, y por el cual estoy preso.
Ustedes siguieron nuestro ejemplo y el del Señor. Y, a pesar de lo mucho que sufrieron cuando creyeron en el mensaje de la buena noticia, el Espíritu Santo los llenó de alegría.