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2 Pedro 1:16 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Nosotros somos testigos de la grandeza de nuestro Señor Jesucristo, pues lo vimos con nuestros propios ojos. Por eso, cuando les enseñamos acerca de su poderosa venida, no lo hicimos inventando cuentos falsos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Pues no estábamos inventando cuentos ingeniosos cuando les hablamos de la poderosa venida de nuestro Señor Jesucristo. Nosotros vimos su majestuoso esplendor con nuestros propios ojos

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Biblia Católica (Latinoamericana)

En efecto, no hemos sacado de fábulas o de teorías inventadas lo que les hemos enseñado sobre el poder y la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor. Con nuestros propios ojos hemos contemplado su majestad

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La Biblia Textual 3a Edicion

Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de Jesús el Mesías, nuestro Señor, siguiendo fábulas artificiosas, sino como testigos oculares de su majestad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Pues os dimos a conocer el poder y la parusía de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo sutiles mitos, sino en cuanto testigos oculares de su grandeza.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, siguiendo fábulas artificiosas; sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.

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Otras versiones



2 Pedro 1:16
40 Referencias Cruzadas  

Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho.


Les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto al Hijo del hombre llegar en su reino.


Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de Santiago, y los llevó aparte, a una montaña alta.


Porque, así como el relámpago que sale del oriente se ve hasta en el occidente, así será la venida del Hijo del hombre.


Más tarde, Jesús estaba sentado en el monte de los Olivos cuando llegaron los discípulos y le preguntaron en privado: ―Dinos, ¿cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?


Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: ―Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.


»Verán entonces al Hijo del hombre venir sobre las nubes con gran poder y gloria.


―Sí, yo soy —dijo Jesús—. Y ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y viniendo sobre las nubes del cielo.


Han querido decirlas tal y como las contaron los que desde el principio fueron testigos presenciales y servidores de la palabra.


Y todos se quedaron asombrados de la grandeza de Dios. En medio de tanta admiración por todo lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:


Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, la gloria del Hijo único del Padre. Y estaba lleno de amor y de verdad.


Pues tú le has dado autoridad sobre toda persona para que él les dé vida eterna a todos los que le has dado.


Pero, cuando resucitó, a través del poder del Espíritu Santo, quedó demostrado que era Hijo de Dios. Él es Jesucristo nuestro Señor.


Pues Cristo no me envió a bautizar, sino a predicar el mensaje de la buena noticia. Eso hago sin discursos de sabiduría humana, para que lo que Cristo hizo en la cruz no perdiera su poder.


En cambio, nosotros predicamos de la muerte de Cristo en la cruz. Para los judíos este mensaje es una ofensa y para los no judíos es una locura.


Por eso ahora no les falta ninguna capacidad espiritual, y pueden esperar con gran anhelo que vuelva nuestro Señor Jesucristo.


Hermanos en la fe, cuando fui a anunciarles el plan que Dios mantenía en secreto, no lo hice con palabras difíciles de entender, tratando de impresionarlos.


No les hablé ni les prediqué con palabras difíciles, tratando de convencerlos. Más bien, dejé que el Espíritu mostrara su poder.


Así que, cuando se reúnan, yo estaré allí en espíritu. Entonces, con la autoridad de nuestro Señor Jesús,


A diferencia de muchos, nosotros no somos de los que ven el anuncio del mensaje de Dios como un negocio. Más bien, hablamos con honestidad, con la autoridad que Cristo nos da. Dios es testigo, porque él nos envió a anunciar el mensaje.


No hacemos nada a escondidas, y por eso no sentimos vergüenza de nada. Anunciamos el mensaje de Dios sin cambiarlo en nada y a nadie engañamos. Al contrario, predicamos la verdad con claridad, y por eso la gente confía en nosotros. Dios es testigo de todo esto.


Así ya no seremos como niños, que cambian de opinión fácilmente y aceptan como verdad cualquier enseñanza. Pues los falsos maestros son astutos y usan métodos engañosos.


Él transformará nuestros débiles cuerpos para que sean como su cuerpo glorioso. Nos transformará por medio del poder con que controla todas las cosas.


Después de todo, ¿cuál es nuestra esperanza y alegría?, ¿cuál será nuestro motivo de orgullo delante de nuestro Señor Jesús cuando él venga? Pues ustedes lo son.


El hombre malvado vendrá, y Satanás lo ayudará a realizar milagros, señales y maravillas falsas.


Diles que dejen de prestar atención a leyendas y a largas listas de antepasados. Esas cosas provocan discusiones sin sentido. En nada ayudan a la gente a confiar en el plan de Dios.


Rechaza las leyendas del mundo y otros cuentos semejantes, pues todo es falso. Más bien, esfuérzate por amar a Dios,


Diles que no hagan caso de leyendas judías ni de lo que exigen esos que rechazan la verdad.


Dominados por el deseo de siempre tener más, estos maestros los engañarán para sacarles dinero. Desde hace mucho tiempo su castigo está preparado y los espera su destrucción.


Nosotros hemos visto que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo, y por eso lo anunciamos.


También Enoc, nuestro séptimo antepasado a partir de Adán, profetizó acerca de ellos: «Miren, el Señor viene con una gran cantidad de sus ángeles


¡Miren! Cristo viene en las nubes. Todos lo verán con sus propios ojos, incluso quienes lo mataron. Todos los pueblos de la tierra llorarán por él. ¡Así será! Amén.