Entonces Pedro se acordó de lo que Jesús había dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces». Y, saliendo de allí, lloró amargamente.
2 Corintios 7:7 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) No solo con su llegada, sino también con el consuelo que él había recibido de ustedes. Él nos habló de su deseo por vernos, de la profunda tristeza y de la honda preocupación que ustedes tienen por mí. Eso me llenó de alegría. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 y no solo con su venida, sino también con la consolación con que él había sido consolado en cuanto a vosotros, haciéndonos saber vuestro gran afecto, vuestro llanto, vuestra solicitud por mí, de manera que me regocijé aún más. Biblia Nueva Traducción Viviente Su presencia fue una alegría, igual que la noticia que nos trajo del ánimo que él recibió de ustedes. Cuando nos dijo cuánto anhelan verme y cuánto sienten lo que sucedió y lo leales que me son, ¡me llené de alegría! Biblia Católica (Latinoamericana) No solamente porque ya lo tenía a mi lado, sino también porque ustedes le habían dado una excelente acogida. Me comentó que ustedes me echaban de menos, que lamentaban lo ocurrido y que estaban muy preocupados por mí, con lo cual me alegré mucho. La Biblia Textual 3a Edicion Y no sólo con su venida, sino también con la consolación con la cual fue consolado respecto a vosotros, informándonos de vuestro anhelo, de vuestro llanto y de vuestro celo por mí, de manera que aún me regocijé más. Biblia Serafín de Ausejo 1975 y no sólo con su llegada, sino también con el consuelo que él había recibido entre vosotros. Él nos ha contado vuestro ardiente afecto, vuestro pesar y vuestra preocupación por mí, y esto me dio aún más alegría. Biblia Reina Valera Gómez (2023) y no sólo con su venida, sino también con la consolación con que él fue consolado de vosotros, haciéndonos saber vuestro gran deseo, vuestro llanto, vuestro celo por mí, para que así yo más me regocijara. |
Entonces Pedro se acordó de lo que Jesús había dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces». Y, saliendo de allí, lloró amargamente.
Y, como estaba angustiado, se puso a orar con más fuerza. Su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra.
Cuando él llegó y vio las evidencias de la bondad de Dios, se alegró. Entonces animó a todos a seguir firmes en la obediencia al Señor.
Mejor dicho, para que unos a otros nos animemos con la confianza que compartimos.
¡Y ustedes se sienten orgullosos de esto! Más bien deberían sentirse tristes y echar fuera a ese hombre.
lo que ahora entienden en parte. Así podrán sentirse orgullosos de nosotros, como también nosotros de ustedes en el día que el Señor Jesús vuelva.
y ayuda en todas nuestras dificultades. Así, con la misma ayuda que de Dios hemos recibido, también nosotros podemos ayudar a todos los que sufren.
Por eso les escribí: para ver si pasan la prueba de la completa obediencia.
Mientras tanto, suspiramos con el deseo de ya vivir en nuestra casa del cielo.
Aunque mi carta los llenó de tristeza, no me arrepiento de haberla enviado. Es verdad que antes lamenté haberla enviado, porque me di cuenta de que por un tiempo los había entristecido.
Gracias a Dios que puso en el corazón de Tito la misma preocupación que yo tengo por ustedes.
Tengo el gran deseo y la firme confianza de que en nada seré avergonzado. Al contrario, ya sea que yo viva o muera, ahora y siempre quiero ser valiente, para que Cristo sea grandemente alabado por medio de mí.
Aunque estoy físicamente ausente, los acompaño en espíritu, y me alegro al ver que todo lo hacen con orden y que su fe en Cristo es firme.
Ahora Timoteo acaba de volver de Tesalónica con buenas noticias de cómo ustedes se aman y siguen confiando en Jesús. Nos dice que ustedes siempre se acuerdan con alegría de nosotros y que tienen muchas ganas de vernos, tanto como nosotros a ustedes.
Por eso es necesario que prestemos más atención al mensaje que hemos oído, no sea que perdamos el rumbo.
Elías era un hombre con debilidades como las nuestras. Oró con mucha confianza pidiendo a Dios que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y medio.
Me alegré muchísimo al saber que algunos de ustedes, que son parte de la iglesia, siguen viviendo de acuerdo a la verdad que se les ha enseñado. Así es como Dios el Padre nos ha ordenado vivir.
Queridos hermanos en la fe, mucho he deseado escribirles acerca de la salvación que ustedes y yo compartimos. Pero ahora siento la necesidad de escribirles acerca de otro asunto: para rogarles que luchen fuertemente por defender todo en lo que hemos creído. Porque esa enseñanza fue entregada para siempre a los creyentes.