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2 Corintios 3:6 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto. No es el pacto de leyes escritas, que nos condena a muerte, sino el pacto que da vida por medio del Espíritu.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Él nos capacitó para que seamos ministros de su nuevo pacto. Este no es un pacto de leyes escritas, sino del Espíritu. El antiguo pacto escrito termina en muerte; pero, de acuerdo con el nuevo pacto, el Espíritu da vida.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Incluso nos ha hecho encargados de una nueva alianza, que ya no es cosa de escritos, sino del Espíritu. Porque lo escrito da muerte, mientras que el Espíritu da vida.

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La Biblia Textual 3a Edicion

el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto,° no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu vivifica.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

que nos ha capacitado para ser servidores de la nueva alianza, no la de la letra, sino la del Espíritu. Pues la letra mata, mientras que el Espíritu da vida.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

el cual también nos ha hecho ministros suficientes del nuevo testamento; no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.

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Otras versiones



2 Corintios 3:6
45 Referencias Cruzadas  

―Todo maestro de la Ley que ha sido instruido acerca del reino de los cielos es como el dueño de una casa, que de lo que tiene guardado saca tesoros nuevos y viejos.


Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados.


―Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos —les dijo—.


De la misma manera, tomó la copa después de la cena y dijo: ―El vino en esta copa representa la sangre que es derramada por ustedes. Con ella Dios hace un nuevo pacto.


Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a quienes él quiere.


El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida.


Por medio de él, y en honor a su nombre, fuimos llamados a ser apóstoles, para convencer a todas las naciones de creer en él y obedecerle.


Por tanto, nadie será declarado justo delante de Dios por hacer lo que la Ley exige. Al contrario, mediante la Ley nos damos cuenta de que somos pecadores.


Desobedecer la Ley, en efecto, trae castigo. Pero, donde no hay Ley, tampoco hay culpable.


Así dicen las Escrituras: «Te he hecho padre de muchas naciones». Y Abraham le creyó, porque sabía que era el Dios que da vida a los muertos y llama las cosas que no son como si ya existieran.


Pero ahora, esos deseos no nos dominan. Es como si hubiéramos muerto, quedando libres de la Ley, para servir a Dios. Ahora servimos a Dios con el nuevo poder que nos da el Espíritu. Ya no lo hacemos como antes, obligados a obedecer mandamientos escritos.


Pues, al estar unidos a él, el Espíritu nos da vida y nos libera del control del pecado y de la muerte.


De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa representa el nuevo pacto que Dios hace por medio de mi sangre. Cada vez que beban de ella, beban en memoria de mí».


En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros. Luego ha puesto los que hacen milagros; después los que tienen dones para sanar enfermos, los que ayudan a otros, los que administran y los que hablan en diferentes lenguas.


Así dicen las Escrituras: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente». El último Adán, Cristo, es el que nos da vida.


Aunque yo no lo merecía, Dios me dio el trabajo de maestro constructor. Así que mi enseñanza fue como el fundamento, y otro vino a construir sobre él. Pero cada uno tenga cuidado de cómo construye la fe de los demás.


Después de todo, ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Nada más que servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a creer. Cada uno de nosotros hizo lo que el Señor le ordenó hacer.


¿Son servidores de Cristo? ¡Qué locura! Yo lo soy más que ellos. He trabajado mucho más que ellos, he sido encarcelado más veces. He recibido los azotes más crueles, he estado en peligro de muerte repetidas veces.


Sin embargo, hasta el día de hoy, su mente tiene una barrera que no los deja entender. Cada vez que leen el antiguo pacto, esa barrera les sigue impidiendo entender la verdad. Solo Cristo puede quitarles esa barrera.


Todos pueden ver que ustedes son como una carta escrita por Cristo y enviada por medio de nosotros. Escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente. No fue escrita en piedra, sino en sus corazones.


La Ley que Dios le entregó a Moisés fue escrita en piedra, y esa Ley nos condena a morir, pues nadie puede obedecerla. Ahora bien, el momento de la entrega de esa Ley fue tan glorioso que los israelitas no podían mirar la cara de Moisés. No podían mirarla porque su rostro brillaba intensamente a causa de la gloria de Dios. Pero ese brillo pronto iba a desaparecer.


Si fue tan gloriosa la entrega de una Ley que nos condena a muerte, ¡cuánto más gloriosa será la entrega del nuevo pacto que nos hace justos delante de Dios!


Si esto es así, ¿estará la Ley en contra de las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Si se nos hubiera dado una ley capaz de dar vida, entonces sí seríamos aceptados por Dios como justos por obedecer la Ley.


Para Dios ustedes estaban muertos, pues vivían haciendo el mal y pecando.


que nos dio vida por medio de Cristo. Aun cuando estábamos muertos para Dios por causa de nuestros pecados, él nos dio vida. ¡No merecíamos este amor por el cual somos salvados!


Aunque no lo merezco, Dios me dio un regalo como muestra de su amor y gran poder: me encargó anunciar esta buena noticia.


Si enseñas estas cosas a los creyentes, serás un buen servidor de Cristo Jesús. Serás un servidor que ha alimentado su mente con las verdades de la fe y de la buena enseñanza que paso a paso has seguido.


Dios me encargó anunciar ese mensaje, y me eligió como apóstol y maestro.


Han llegado hasta Jesús, y por medio de él Dios ha hecho un nuevo pacto con ustedes. Y todo gracias a la sangre que él derramó al morir. Esa sangre es mejor que la de Abel, porque su sangre pide venganza, pero la de Jesús ofrece perdón.


El Dios que da la paz levantó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, al gran Pastor de las ovejas. Por medio de su sangre, Dios estableció con nosotros un pacto eterno.


Por tanto, Jesús ha llegado a ser el que garantiza un pacto superior.


Al llamar «nuevo» a ese pacto, ha declarado anticuado al anterior; y lo que se vuelve viejo y anticuado está a punto de desaparecer.


Porque Cristo murió para perdonar nuestros pecados una sola vez, y es suficiente. Él, que era justo, murió por nosotros, que éramos injustos. Así nos acercó a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida.


En esta carta les hablaremos acerca de aquel a quien llamamos el Verbo. Él ya existía desde antes de la creación del mundo y es quien nos da vida. Lo que les contamos acerca de él es todo lo que hemos oído y visto con nuestros propios ojos. Lo hemos visto y tocado con las manos.