La Biblia Online

Anuncios


Toda la Biblia A.T. N.T.




2 Corintios 2:16 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Para estos últimos somos olor de muerte que los lleva a la muerte. Para los primeros, olor de vida que los lleva a la vida. ¿Y quién es capaz de semejante tarea?

Ver Capítulo
Mostrar Biblia Interlineal

Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

a estos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?

Ver Capítulo

Biblia Nueva Traducción Viviente

Para los que se pierden, somos un espantoso olor de muerte y condenación, pero para aquellos que se salvan, somos un perfume que da vida. ¿Y quién es la persona adecuada para semejante tarea?

Ver Capítulo

Biblia Católica (Latinoamericana)

Para los que se pierden es olor de muerte que lleva a la muerte; para los que se salvan, fragancia de vida que conduce a la vida. Pero ¿quién está a la altura de esta misión?'

Ver Capítulo

La Biblia Textual 3a Edicion

a los unos somos, olor de muerte para muerte; y a los otros, olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién está capacitado?

Ver Capítulo

Biblia Serafín de Ausejo 1975

en éstos, fragancia que lleva de muerte a muerte, en aquéllos, fragancia que lleva de vida a vida. Y para esto, ¿quién está capacitado?

Ver Capítulo

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

a estos ciertamente olor de muerte para muerte; y a aquéllos fragancia de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?

Ver Capítulo
Otras versiones



2 Corintios 2:16
9 Referencias Cruzadas  

Simeón les dio su bendición y le dijo a María, la madre de Jesús: «Este niño está destinado a causar la caída y el levantamiento de muchos en Israel. Va a crear mucha oposición,


Entonces Jesús dijo: ―Yo vine a este mundo para hacer justicia: para que los ciegos vean, y los que ven se queden ciegos.


Pero soy apóstol gracias al amor de Dios, aunque no merezco ese amor. Ese amor por mí ha dado resultados, pues he trabajado con más fuerza que los demás apóstoles. Sin embargo, reconozco que no soy yo quien lo ha logrado. Ha sido obra de Dios, quien me ha amado sin yo merecerlo.


Me he portado como un loco, pero ustedes me han obligado a ello. Ustedes debían hablar bien de mí, pues de ningún modo soy inferior a los tales «superapóstoles», aunque yo no soy nada.