La Biblia Online

Anuncios


Toda la Biblia A.T. N.T.




2 Corintios 13:4 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Es cierto que fue crucificado como si fuera débil, pero ahora vive por el poder de Dios. Nosotros somos tan débiles como él lo fue, pero el poder de Dios está en nosotros gracias a Cristo. Cuando estemos con ustedes verán ese poder.

Ver Capítulo
Mostrar Biblia Interlineal

Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Porque aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios. Pues también nosotros somos débiles en él, pero viviremos con él por el poder de Dios para con vosotros.

Ver Capítulo

Biblia Nueva Traducción Viviente

Aunque fue crucificado en debilidad, ahora vive por el poder de Dios. Nosotros también somos débiles, al igual que Cristo lo fue, pero cuando tratemos con ustedes, estaremos vivos con él y tendremos el poder de Dios.

Ver Capítulo

Biblia Católica (Latinoamericana)

Si bien su debilidad lo llevó a la cruz, ahora vive por la fuerza de Dios. Así también nosotros compartimos su debilidad, pero viviremos con él por el poder de Dios que actúa en ustedes.

Ver Capítulo

La Biblia Textual 3a Edicion

Porque fue crucificado en debilidad,° pero vive por el poder de Dios. Nosotros también somos débiles en Él, pero viviremos con Él por el poder de Dios para con vosotros.

Ver Capítulo

Biblia Serafín de Ausejo 1975

Es cierto que fue crucificado en razón de la debilidad; pero vive por el poder de Dios. Y así, también nosotros participamos de su debilidad, pero viviremos con él por el poder de Dios para con vosotros.

Ver Capítulo

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Porque aunque fue crucificado en flaqueza, sin embargo vive por el poder de Dios. Pues también nosotros somos débiles en Él, mas viviremos con Él por el poder de Dios para con vosotros.

Ver Capítulo
Otras versiones



2 Corintios 13:4
26 Referencias Cruzadas  

Nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para entregarla, y tengo también autoridad para volver a recibirla. Este es el mandamiento que recibí de mi Padre».


»Por tanto, sépalo bien todo Israel que a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Cristo».


Por la fe en el nombre de Jesús, él ha sanado a este hombre a quien ustedes ven y conocen. Esta fe que viene por medio de Jesús lo ha sanado por completo, como les consta a ustedes.


Pero, cuando resucitó, a través del poder del Espíritu Santo, quedó demostrado que era Hijo de Dios. Él es Jesucristo nuestro Señor.


Para esto mismo murió Cristo y volvió a vivir, para ser Señor tanto de los que han muerto como de los que aún viven.


Por medio del bautismo, nosotros también fuimos enterrados con él en su muerte. Y, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevamos una vida nueva.


Pues lo que parece una locura de parte de Dios es una sabiduría más grande que la sabiduría humana. Del mismo modo, lo que parece una debilidad de Dios es una fuerza más grande que la fuerza humana.


El cuerpo se entierra y se descompone, pero resucita lleno de gloria. Se entierra un cuerpo débil, pero resucita uno lleno de poder.


Es más, cuando me presenté ante ustedes, me sentía sin importancia y temblaba de miedo.


Con su poder Dios resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros.


Hay algunos que dicen: «Sus cartas son duras y fuertes, pero él en persona no impresiona a nadie, y como predicador es un fracaso».


Por eso siento gozo aun cuando soy débil o soy insultado, cuando tengo necesidades, soy perseguido por enemigos o cuando sufro dificultades por ser fiel a Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte.


De hecho, nos alegramos cuando nosotros somos débiles y ustedes, fuertes. También oramos a Dios para que sean completamente fortalecidos.


Lo que quiero es conocer a Cristo, sentir en mí el poder con el que Dios lo resucitó. Quiero sufrir como él sufrió y morir como él murió.


Cuando vivía aquí en la tierra, Jesús hizo oraciones rogando al que podía salvarlo de la muerte. Lo hizo con fuerte voz y lágrimas. Y fue escuchado porque fue humilde y obediente.


Porque Cristo murió para perdonar nuestros pecados una sola vez, y es suficiente. Él, que era justo, murió por nosotros, que éramos injustos. Así nos acercó a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida.


Él subió al cielo y tomó su lugar a la derecha de Dios, y los ángeles y los espíritus con autoridad y poder lo obedecen.