»Pero, cuando los lleven a juicio ante las sinagogas, los gobernantes y las autoridades, no se preocupen de cómo van a defenderse o qué van a decir.
1 Corintios 9:3 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Esta es mi defensa contra los que me critican: Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Contra los que me acusan, esta es mi defensa: Biblia Nueva Traducción Viviente Esta es mi respuesta a los que cuestionan mi autoridad. Biblia Católica (Latinoamericana) Escuchen, pues, lo que replico a quienes me critican: La Biblia Textual 3a Edicion Esta es mi respuesta a los que me acusan:° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Ésta es mi defensa frente a los que me acusan: Biblia Reina Valera Gómez (2023) Esta es mi respuesta a los que me preguntan. |
»Pero, cuando los lleven a juicio ante las sinagogas, los gobernantes y las autoridades, no se preocupen de cómo van a defenderse o qué van a decir.
Les respondí que esa no es nuestra costumbre. Nosotros los romanos le damos al acusado la oportunidad de defenderse y ver la cara de sus acusadores.
Si alguno se cree profeta o espiritual, entienda que esto que les escribo es una orden del Señor.
Aunque otros no me reconozcan como apóstol, para ustedes sí lo soy. Pues ustedes mismos son la prueba de que soy un apóstol del Señor.
Por eso les escribo todo esto en mi ausencia, para que cuando vaya no tenga que ser estricto en el uso de mi autoridad. El Señor me ha dado esa autoridad para fortalecer su fe, no para destruirla.
Ya que están exigiendo una prueba de que Cristo habla por medio de mí, se la voy a dar. Cristo no es débil en su trato con ustedes, sino que les muestra su poder.
Revisen su manera de vivir y vean si de verdad tienen fe en Cristo. Hagan la prueba, así se darán cuenta si Cristo Jesús está en ustedes. Si no pasan la prueba, es porque él no está en ustedes.
Otros, los que predican a Cristo por interés personal y no lo hacen con honestidad, creen que así van a hacerme sufrir más en mi prisión.
Y está bien que yo piense así de todos ustedes porque los llevo en el corazón. Dios me dio el inmerecido privilegio de anunciar la buena noticia, y ustedes me han ayudado a hacerlo. Lo han hecho mientras he estado en la cárcel o he tenido que defender y confirmar la buena noticia.
En mi primera defensa ante las autoridades de Roma, nadie me respaldó, sino que todos me abandonaron. Espero que Dios no los castigue por eso.