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1 Corintios 16:2 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

El primer día de la semana, cada uno de ustedes aparte y guarde algún dinero según lo que haya ganado. Así no tendrán que hacer recolectas cuando yo vaya.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

El primer día de cada semana, cada uno debería separar una parte del dinero que ha ganado. No esperen hasta que yo llegue para luego tratar de reunirlo todo de golpe.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Cada domingo, cada uno de ustedes ponga aparte lo que pueda, y no esperen a que yo llegue para recoger las limosnas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte,° ahorrando de lo que haya prosperado, para que cuando vaya, no se hagan entonces colectas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

El primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte lo que buenamente haya podido ahorrar, de modo que no se tengan que hacer las colectas precisamente cuando yo vaya.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, atesorándolo, conforme Dios le haya prosperado; para que cuando yo llegue, no se recojan entonces ofrendas.

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Otras versiones



1 Corintios 16:2
22 Referencias Cruzadas  

Ella hizo lo que pudo. Ungió mi cuerpo de antemano, preparándolo para mi entierro.


»El que es fiel en lo poco también lo será en lo mucho. Y el que no es honesto en lo poco tampoco lo será en lo mucho.


El primer día de la semana, muy de mañana, las mujeres fueron a la tumba. Llevaban los perfumes que habían preparado.


Al atardecer de aquel primer día de la semana, los discípulos estaban reunidos a puerta cerrada, pues tenían miedo de los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó: ―¡La paz sea con ustedes!


Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. ―¡La paz sea con ustedes!


El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan. Como iba a salir al día siguiente, Pablo estuvo hablando a los creyentes y prolongó su discurso hasta la medianoche.


Ahora quiero darles mi consejo sobre lo que les conviene hacer en este asunto. El año pasado ustedes fueron los primeros no solo en dar, sino también en querer hacerlo.


En el primer día de la semana, al que llamamos día del Señor, vino el Espíritu y tomó control de mi persona. Detrás de mí oí una voz fuerte, que sonaba tan fuerte como una trompeta,