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Sofonías 1:9 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

En aquel día castigaré a cuantos evitan pisar el umbral, a los que llenan de violencia y engaño la casa de sus dioses.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Asimismo castigaré en aquel día a todos los que saltan la puerta, los que llenan las casas de sus señores de robo y de engaño.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Sí, castigaré a los que toman parte en cultos paganos y a los que llenan las casas de sus amos con violencia y engaño.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

También pediré cuentas a todos los que saltan por encima del umbral del Templo de su Señor sin pisarlo, y a los que lo llenan de violencia y de robos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Aquel día castigaré también a cuantos saltan el umbral,° y llenan de engaños y violencias la casa de sus señores.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Castigaré también aquel día a los que traspasan el umbral, a los que llenan la casa de su señor de violencia y fraude.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Asimismo haré visitación en aquel día sobre todos los que saltan la puerta, los que llenan de robo y de engaño las casas de sus señores.

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Otras versiones



Sofonías 1:9
11 Referencias Cruzadas  

En cambio, los gobernadores que me precedieron habían impuesto cargas sobre el pueblo, y cada día les habían exigido comida y vino por un valor de cuarenta siclos de plata. También sus criados oprimían al pueblo. En cambio yo, por temor a Dios, no hice eso.


Cuando un gobernante se deja llevar por mentiras, todos sus oficiales se corrompen.


Como jaulas llenas de pájaros, llenas de engaño están sus casas; por eso se han vuelto poderosos y ricos,


«Los que acumulan en sus fortalezas el fruto de la violencia y el saqueo no saben actuar con rectitud», afirma el Señor.


Los ricos de la ciudad son gente violenta; sus habitantes son gente mentirosa; y sus lenguas hablan con engaño.


«¿Y qué es?», pregunté. Él me contestó: «Es un recipiente». Y agregó: «Es la maldad de la gente de todo el país».


Cuando los amos de la joven se dieron cuenta de que se les había esfumado la esperanza de ganar dinero, echaron mano a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza, ante las autoridades.


Cuando por la mañana su marido se levantó y abrió la puerta de la casa, dispuesto a seguir su camino, vio allí a su concubina, tendida a la entrada de la casa y con las manos en el umbral.


Por eso, hasta el día de hoy, ninguno de los que entran en el templo de Dagón en Asdod, incluso los sacerdotes, pisan el umbral.