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Números 12:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Moisés era muy humilde, más humilde que cualquier otro sobre la tierra.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

(Ahora bien, Moisés era muy humilde, más que cualquier otra persona en la tierra).

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Ahora bien, Moisés era un hombre muy humilde. No había nadie más humilde que él en la faz de la tierra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

(Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la faz de la tierra.)

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Moisés era un hombre muy humilde, más que cualquier otro hombre de sobre la faz de la tierra.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

(Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.)

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Otras versiones



Números 12:3
16 Referencias Cruzadas  

El Señor sostiene a los humildes, pero a los malvados lanza contra el suelo.


Porque el Señor se complace en su pueblo; a los humildes concede el honor de la victoria.


De pronto, el Señor dijo a Moisés, Aarón y a Miriam: «Salgan los tres de la Tienda de reunión». Y los tres salieron.


Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas.


«Digan a la hija de Sión: “Mira, tu rey viene hacia ti, humilde y montado en un burro, en un burrito, cría de una bestia de carga”».


Dichosos los humildes, porque recibirán la tierra como herencia.


Por la humildad y la bondad de Cristo yo, Pablo, apelo a ustedes personalmente; yo mismo que, según dicen, soy tímido cuando me encuentro cara a cara con ustedes, pero atrevido cuando estoy lejos.


Pero considero que en nada soy inferior a esos «superapóstoles».


Me he portado como un insensato, pero ustedes me han obligado a ello. Ustedes debían haberme elogiado, pues de ningún modo soy inferior a los «superapóstoles», aunque yo no soy nada.


Aunque como apóstoles de Cristo hubiéramos podido ser exigentes con ustedes, los tratamos con delicadeza. Como una madre que amamanta y cuida a sus hijos,


¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su buena conducta, mediante obras hechas con la humildad que le da su sabiduría.


Más bien, que la belleza de ustedes sea la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu humilde y apacible. Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios.