La Biblia Online

Anuncios


Toda la Biblia A.T. N.T.




Mateo 8:25 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Los discípulos fueron a despertarlo. —¡Señor —gritaron—, sálvanos, que nos vamos a ahogar!

Ver Capítulo
Mostrar Biblia Interlineal

Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos!

Ver Capítulo

Biblia Nueva Traducción Viviente

Los discípulos fueron a despertarlo: —Señor, ¡sálvanos! ¡Nos vamos a ahogar! —gritaron.

Ver Capítulo

Biblia Católica (Latinoamericana)

Los discípulos se acercaron y lo despertaron diciendo: '¡Señor, sálvanos, que estamos perdidos!'

Ver Capítulo

La Biblia Textual 3a Edicion

Y acercándose, lo despertaron, diciendo: ¡Señor, salva,° que perecemos!

Ver Capítulo

Biblia Serafín de Ausejo 1975

Se le acercaron y lo despertaron, diciendo: '¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!'.

Ver Capítulo

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: Señor, sálvanos, que perecemos.

Ver Capítulo
Otras versiones



Mateo 8:25
11 Referencias Cruzadas  

Allí Asá invocó al Señor su Dios y dijo: «Señor, solo tú puedes ayudar al débil contra el poderoso. ¡Ayúdanos, Señor y Dios nuestro, porque en ti confiamos y en tu nombre hemos venido contra esta multitud! ¡Tú, Señor, eres nuestro Dios! ¡No permitas que ningún mortal se alce contra ti!».


Dios nuestro, ¿acaso no vas a dictar sentencia contra ellos? Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! Pero en ti hemos puesto nuestra esperanza».


¿Por qué, Señor, te mantienes distante? ¿Por qué te escondes en momentos de angustia?


El capitán del barco se le acercó y dijo: —¿Cómo puedes estar durmiendo? ¡Levántate! ¡Clama a tu Dios! Quizá tenga piedad de nosotros y no perezcamos.


Un hombre que tenía una enfermedad en su piel se acercó, se arrodilló delante de él y suplicó: —Señor, si quieres, puedes limpiarme.


De repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca. Pero Jesús estaba dormido.


Mientras les decía esto, un dirigente judío llegó, se arrodilló delante de él y dijo: —Mi hija acaba de morir. Pero ven, pon tu mano sobre ella y vivirá.


Los discípulos fueron a despertarlo. —¡Maestro, Maestro, nos vamos a ahogar! —gritaron. Él se levantó y reprendió al viento y a las olas; la tormenta se apaciguó y todo quedó tranquilo.