«Yo estoy por enviar a mi mensajero para que prepare el camino delante de mí. De pronto vendrá a su Templo el Señor a quien ustedes buscan; vendrá el mensajero del pacto, a quien ustedes desean» —dice el Señor de los Ejércitos.
Juan 3:28 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 Ustedes me son testigos de que dije: “Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él”. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. Biblia Nueva Traducción Viviente Ustedes saben que les dije claramente: “Yo no soy el Mesías; estoy aquí solamente para prepararle el camino a él”. Biblia Católica (Latinoamericana) Ustedes mismos son testigos de que yo dije: Yo no soy el Mesías, sino el que ha sido enviado delante de él. La Biblia Textual 3a Edicion Vosotros mismos me sois testigos° de que dije: Yo no soy el Mesías,° sino que he sido enviado delante de Él. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Vosotros mismos sois testigos de que dije: 'Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de Él. |
«Yo estoy por enviar a mi mensajero para que prepare el camino delante de mí. De pronto vendrá a su Templo el Señor a quien ustedes buscan; vendrá el mensajero del pacto, a quien ustedes desean» —dice el Señor de los Ejércitos.
Juan era aquel de quien había escrito el profeta Isaías: «Voz de uno que grita en el desierto: “Preparen el camino para el Señor, háganle sendas derechas”».
»Y tú, hijito mío, serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor para prepararle el camino.
No se negó a declararlo, sino que confesó con franqueza: —Yo no soy el Cristo.
Juan respondió con las palabras del profeta Isaías: —“Yo soy la voz de uno que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino para el Señor’ ”.
Ellos preguntaron: —Pues, si no eres el Cristo ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?
y que viene después de mí, al cual yo no soy digno ni siquiera de desatarle la correa de las sandalias.