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Juan 11:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

María era la misma que ungió con perfume al Señor y le secó los pies con sus cabellos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.)

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Biblia Nueva Traducción Viviente

María era la misma mujer que tiempo después derramó el perfume costoso sobre los pies del Señor y los secó con su cabello. Su hermano, Lázaro, estaba enfermo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Esta María era la misma que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el enfermo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

(Y Miriam, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era aquella que había ungido al Señor con perfume, y enjugado los pies con sus cabellos.)°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con sus cabellos. Lázaro, el que había caído enfermo, era su hermano.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la que ungió al Señor con ungüento, y enjugó sus pies con sus cabellos.)

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Otras versiones



Juan 11:2
11 Referencias Cruzadas  

En Betania, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Simón, el que había tenido una enfermedad en la piel, llegó una mujer con un frasco de alabastro lleno de un perfume muy costoso, hecho de nardo puro. Rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.


Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: —No llores.


y los envió al Señor a preguntarle: —¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?


—Señor —dijo Marta a Jesús—, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.


Las dos hermanas mandaron a decirle a Jesús: «Señor, tu amigo querido está enfermo».


Cuando María llegó adonde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies y dijo: —Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.


María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.


Ustedes me llaman Maestro y Señor y dicen bien, porque lo soy.


Pues, si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros.