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Jeremías 48:10 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

»¡Maldito el que sea negligente para realizar el trabajo del Señor! ¡Maldito el que de la sangre retraiga su espada!

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová, y maldito el que detuviere de la sangre su espada.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

¡Malditos los que se rehúsen a hacer el trabajo del Señor, los que retengan la espada del derramamiento de sangre!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Maldito el que ejecuta con flojera el trabajo que Yavé le ha encomendado. ¡Maldito el que tiene su espada limpia de sangre!

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La Biblia Textual 3a Edicion

¡Maldito el que haga la obra de YHVH indolentemente! ¡Maldito el que retraiga su espada de derramar sangre!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

¡Maldito quien haga la obra de Yahveh con negligencia! ¡Maldito quien prive de sangre a su espada!

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Maldito el que hiciere engañosamente la obra de Jehová, y maldito el que detuviere su espada de la sangre.

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Otras versiones



Jeremías 48:10
15 Referencias Cruzadas  

Cuando pasaba el rey, el profeta le gritó: —Este servidor suyo entró en lo más reñido de la batalla. Allí alguien se me presentó con un prisionero y me dijo: “Hazte cargo de este hombre. Si se te escapa, pagarás su vida con la tuya o con un talento de plata”.


Mientras este servidor suyo estaba ocupado en otras cosas, el hombre se escapó. —¡Esa es tu sentencia! —respondió el rey de Israel—. Tú mismo has tomado la decisión.


Y le dijo al rey: —Así dice el Señor: “Has dejado en libertad a un hombre que yo había condenado a muerte. Por lo tanto, pagarás su vida con la tuya y su pueblo con el tuyo”.


Ante eso, el hombre de Dios se enojó y dijo: —Debiste haber golpeado el suelo cinco o seis veces; entonces habrías derrotado a los arameos hasta acabar con ellos. Pero ahora los derrotarás solo tres veces.


Diles que así ha dicho el Señor, Dios de Israel: “Maldito aquel que no obedezca los términos de este pacto,


»”¡Ay, espada del Señor! ¿Cuándo vas a descansar? ¡Vuélvete a la vaina! ¡Detente, quédate quieta!


¿Cómo va a descansar si el Señor le ha dado órdenes de atacar a Ascalón y a la costa del mar?”».


El Señor ha abierto su arsenal, y ha sacado las armas de su ira; el Señor, Señor de los Ejércitos, tiene una tarea que cumplir en el país de los babilonios


¡Maten a todos sus novillos! ¡Llévenlos al matadero! ¡Ay de ellos, pues les ha llegado el día, el día de su castigo!


¡Que nadie se detenga! Persigan a los enemigos y atáquenlos por la retaguardia. No les permitan llegar a sus ciudades. ¡El Señor, Dios de ustedes, ya se los ha entregado!».


“Maldice a Meroz —dijo el ángel del Señor—. Maldice a sus habitantes con dureza, porque no vinieron en ayuda del Señor, en ayuda del Señor y de sus valientes”.


Así que ve y ataca a los amalecitas ahora mismo. Destruye por completo todo lo que les pertenezca; no les tengas compasión. Mátalos a todos, hombres y mujeres, niños y recién nacidos, toros y ovejas, camellos y asnos”».


Además de perdonarle la vida al rey Agag, Saúl y su ejército preservaron las mejores ovejas y vacas, los terneros más gordos y, en fin, todo lo que era de valor. Nada de esto quisieron destruir; solo destruyeron lo que era inútil y lo que no servía.