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Jeremías 30:5 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

«Así dice el Señor: »“Hemos escuchado un grito de espanto; no hay paz, sino terror.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Porque así ha dicho Jehová: Hemos oído voz de temblor; de espanto, y no de paz.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Esto dice el Señor: «Oigo gritos de temor; hay terror y no hay paz.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Esto dice Yavé: He oído un grito de terror, de pánico, no de paz.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Así dice YHVH: ¡Gritos de terror hemos oído, De espanto y no de paz!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Así dice Yahveh: 'Oigo gritos de terror, de temor, y no de paz.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Porque así dice Jehová: Hemos oído voz de temblor, de temor, y no de paz.

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Otras versiones



Jeremías 30:5
22 Referencias Cruzadas  

En aquel día bramará contra ella como brama el mar. Si alguien contempla la tierra, la verá sombría y angustiada; entonces la luz se ocultará tras negros nubarrones.


Todos nosotros gruñimos como osos, gemimos como palomas. Esperábamos la justicia y no llegó; la liberación sigue lejos de nosotros.


Sobre todas las lomas desoladas vinieron depredadores. La espada del Señor destruirá el país de un extremo al otro y nadie estará seguro.


Escuchen el clamor de los pastores y el gemido de los jefes del rebaño, porque el Señor destruye sus pastizales.


Esto fue lo que el Señor dijo a Jeremías acerca de Israel y Judá:


Pero ¿qué es lo que veo? Sus guerreros están derrotados; aterrados retroceden. Sin mirar atrás, huyen despavoridos. ¡Cunde el terror por todas partes!», afirma el Señor.


Así dice el Señor: «¡Miren! Del norte viene un ejército; una gran nación se moviliza desde los confines de la tierra.


Vístete de luto, pueblo mío; revuélcate en las cenizas. Llora amargamente, como lo harías por un hijo único, porque nos cae por sorpresa el que viene a destruirnos.


Desde Dan se escucha el resoplar de sus caballos; cuando relinchan sus corceles, tiembla toda la tierra. Vienen a devorarse el país y todo lo que hay en él, la ciudad y todos sus habitantes.


El clamor de mi pueblo se levanta y viene de una tierra lejana: «¿Acaso no está el Señor en Sión? ¿No está allí su Rey?». «¿Por qué me provocan con sus ídolos, con sus dioses inútiles y extraños?».


Desde Sión se escuchan quejidos y lamentos: “Hemos sido devastados; nos han avergonzado por completo. Tenemos que abandonar nuestra tierra, porque han derribado nuestras casas”».


Convertiré en luto sus fiestas religiosas y en cantos fúnebres todas sus canciones. Los vestiré de luto y afeitaré su cabeza. Será como si lloraran la muerte de un hijo único y terminarán el día en amargura.


Ridiculizan a los reyes, se burlan de los gobernantes; se ríen de toda ciudad amurallada, pues construyen rampas y la toman.


Estoy incitando a los babilonios, ese pueblo despiadado e impetuoso, que recorre toda la tierra para apoderarse de territorios ajenos.