David, por su parte, dijo: —¡Que tu sangre caiga sobre tu cabeza! Tu boca misma te condena al admitir que mataste al ungido del Señor.
Eclesiastés 10:12 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 Las palabras del sabio son placenteras, pero los labios del necio son su ruina; Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina. Biblia Nueva Traducción Viviente Las palabras sabias traen aprobación, pero a los necios, sus propias palabras los destruyen. Biblia Católica (Latinoamericana) Las palabras del sabio son una gracia, en cambio las del tonto son perjudiciales, en primer lugar para él. La Biblia Textual 3a Edicion Las palabras del sabio son provechosas, Pero los labios del necio causan su propia ruina. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Las palabras de la boca del sabio son favor para él, pero al necio sus labios le pierden. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Las palabras de la boca del sabio están llenas de gracia; mas los labios del necio causan su propia ruina. |
David, por su parte, dijo: —¡Que tu sangre caiga sobre tu cabeza! Tu boca misma te condena al admitir que mataste al ungido del Señor.
Les infundiría nuevos bríos con la boca; les daría consuelo con los labios.
Que sobre la cabeza de los que me rodean recaiga el mal que sus labios proclaman.
Quien guiña el ojo con malicia provoca pesar; el necio y murmurador va camino al desastre.
El sabio de corazón acata los mandamientos, pero el de palabras tontas va camino al desastre.
El charlatán hiere con la lengua como con una espada, pero la lengua del sabio brinda sanidad.
La lengua de los sabios adorna el conocimiento; la boca de los necios escupe necedades.
Es muy grato dar la respuesta adecuada y, cuando es oportuna, aún es más grato.
El testigo falso no quedará sin castigo; el que propaga mentiras no saldrá bien librado.
El que ama la sinceridad del corazón y tiene gracia al hablar tendrá por amigo al rey.
Las palabras de los sabios son como aguijones. Como clavos bien puestos son sus colecciones de dichos, dados por un solo pastor.
No te apresures, ni con la boca ni con el corazón, a hacer promesas delante de Dios; él está en el cielo y tú estás en la tierra. Mide, pues, tus palabras.
No permitas que tu boca te haga pecar, ni digas luego ante el mensajero del Templo que lo hiciste sin querer. ¿Por qué ha de enojarse Dios por lo que dices y destruir el fruto de tu trabajo?
Más se atiende a las palabras tranquilas de los sabios que a los gritos del jefe de los necios.
El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón saca el bien, pero el que es malo, de su maldad saca el mal.
El rey contestó: “Siervo malo, con tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Así que sabías que soy muy exigente, que tomo lo que no deposité y cosecho lo que no sembré?
Todos dieron su aprobación, impresionados por las hermosas palabras que salían de su boca. «¿No es este el hijo de José?», se preguntaban.
Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan.
Que su conversación sea siempre amena y de buen gusto. Así sabrán cómo responder a cada uno.