La Biblia Online

Anuncios


Toda la Biblia A.T. N.T.




Daniel 10:19 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Dijo: “No temas, eres muy apreciado. ¡La paz sea contigo! ¡Sé fuerte, sé fuerte!”. »Mientras él me hablaba, yo fui fortaleciéndome y dije: “¡Habla, mi señor!, porque me has fortalecido”.

Ver Capítulo
Mostrar Biblia Interlineal

Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.

Ver Capítulo

Biblia Nueva Traducción Viviente

—No tengas miedo —dijo—, porque eres muy precioso para Dios. ¡Que tengas paz, ánimo y fuerza! Mientras me decía estas palabras, de pronto me sentí más fuerte y le dije: —Por favor, háblame, señor mío, porque me has fortalecido.

Ver Capítulo

Biblia Católica (Latinoamericana)

Me dijo: '¡No temas, tú que eres amado de Dios, la paz sea contigo! ¡Animo, ánimo!' Y mientras me hablaba, sentí que me volvían las fuerzas. Le dije: 'Hable mi señor, porque me siento mejor'.

Ver Capítulo

La Biblia Textual 3a Edicion

y me dijo: Muy amado, no temas. La paz sea contigo. ¡Esfuérzate y aliéntate! Y no bien hubo hablado, recobré las fuerzas, y dije: ¡Hable mi Señor, porque me has fortalecido!

Ver Capítulo

Biblia Serafín de Ausejo 1975

y me dijo: 'No temas, hombre apreciado. La paz sea contigo. ¡Vamos, ten ánimo!'. Mientras me hablaba, me sentí fortalecido y le dije: 'Hable mi señor, puesto que me has fortalecido'.

Ver Capítulo

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

y me dijo: Varón muy amado, no temas; la paz sea contigo; ten buen ánimo, y esfuérzate. Y cuando me habló recobré las fuerzas, y dije: Habla mi señor, porque me has fortalecido.

Ver Capítulo
Otras versiones



Daniel 10:19
29 Referencias Cruzadas  

Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis fuerzas.


digan a los de corazón temeroso: «Sean fuertes, no tengan miedo. Su Dios vendrá, vendrá con venganza; con retribución divina vendrá a salvarlos».


Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con la diestra de mi justicia.


No temas, gusano Jacob, pequeño Israel, porque yo mismo te ayudaré», afirma el Señor, ¡el Santo de Israel, tu Redentor!


»Una vez más, el de aspecto humano me tocó y me infundió fuerzas.


Tan pronto como comenzaste a orar, hubo una respuesta que vine a decirte, porque eres muy apreciado. Presta, pues, atención a mis palabras, para que entiendas la visión.


Pues ahora, ¡ánimo, Zorobabel!”, afirma el Señor. “¡Sé fuerte, Josué, hijo de Josadac! ¡Tú eres el sumo sacerdote! ¡Sé fuerte, pueblo de esta tierra!”, afirma el Señor. “¡Manos a la obra, que yo estoy con ustedes!”, afirma el Señor de los Ejércitos.


Judá e Israel, ¡no teman! Ustedes han sido entre las naciones objeto de maldición, pero yo los salvaré y serán una bendición. ¡Cobren ánimo!”.


»Así dice el Señor de los Ejércitos: “¡Cobren ánimo, ustedes, los que en estos días han escuchado las palabras de los profetas, mientras se echan los cimientos para la reconstrucción del Templo del Señor de los Ejércitos!


Las dos hermanas mandaron a decirle a Jesús: «Señor, tu amigo querido está enfermo».


—¡Miren cuánto lo quería! —dijeron los judíos.


Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.


La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.


Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.


Cuando Jesús vio a su madre y al discípulo a quien él amaba a su lado, dijo a su madre: —Mujer, ahí tienes a tu hijo.


Al volverse, Pedro vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre Jesús y había dicho: «Señor, ¿quién es el que va a traicionarte?».


Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes.


pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente presumiré más bien de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.


Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor.


Así que tú, hijo mío, fortalécete por la gracia que tenemos en Cristo Jesús.


Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas».


Al verlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo su mano derecha sobre mí, me dijo: «No tengas miedo. Yo soy el Primero y el Último.


Pero el Señor dijo: —¡Quédate en paz! No temas. No vas a morir.