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2 Samuel 4:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Cuando Isboset, hijo de Saúl, se enteró que Abner había muerto en Hebrón, se acobardó y con él todo Israel.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Luego que oyó el hijo de Saúl que Abner había sido muerto en Hebrón, las manos se le debilitaron, y fue atemorizado todo Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Cuando Is-boset, el hijo de Saúl, se enteró de la muerte de Abner en Hebrón, se acobardó y todo Israel quedó paralizado de miedo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Cuando el hijo de Saúl supo que Abner había sido asesinado en Hebrón, se le cayeron los brazos y todo Israel se estremeció.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y cuando el hijo de Saúl° supo que Abner había muerto en Hebrón, sus manos se debilitaron y todo Israel fue turbado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Cuando Isbaal, hijo de Saúl, se enteró de la muerte de Abner en Hebrón, desfallecieron sus manos y todo Israel quedó consternado.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Luego que oyó el hijo de Saúl que Abner había sido muerto en Hebrón, sus manos se le debilitaron, y fue atemorizado todo Israel.

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Otras versiones



2 Samuel 4:1
11 Referencias Cruzadas  

Como él debe estar cansado y débil, lo atacaría, le haría sentir mucho miedo y pondría en fuga al resto de la gente que está con él. Pero mataría solamente al rey


Entretanto, Abner, hijo de Ner, comandante del ejército de Saúl, llevó a Isboset, hijo de Saúl, a la ciudad de Majanayin.


Cuando Abner regresó a Hebrón, Joab lo llevó aparte a la entrada de la ciudad, como para hablar con él en privado. Allí lo apuñaló en el vientre y Abner murió. Así Joab se vengó de la muerte de su hermano Asael.


Entonces los habitantes de la región comenzaron a desanimar e intimidar a los de Judá para que abandonaran la reconstrucción.


En realidad, lo que pretendían era asustarnos. Pensaban desanimarnos, para que no termináramos la obra. «Y ahora, Señor, ¡fortalece mis manos!».


Por eso todas las manos desfallecen, todo el mundo pierde el ánimo.


Fortalezcan las manos débiles, afirmen las rodillas temblorosas;


El rey de Babilonia ha escuchado la noticia, sus manos flaquean; la angustia le domina como si tuviera dolores de parto.


Nos ha llegado la noticia y nuestras manos flaquean; la angustia nos domina, como si tuviéramos dolores de parto.


Aquel día dirán a Jerusalén: «No temas, Sión, ni te desanimes,