Pero la palabra de Dios vino a Semaías, hombre de Dios, y le dio este mensaje:
2 Reyes 4:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 La mujer fue y se lo contó al hombre de Dios, quien ordenó: «Ahora ve a vender el aceite y paga tus deudas. Con el dinero que te sobre podrán vivir tú y tus hijos». Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede. Biblia Nueva Traducción Viviente Cuando ella le contó al hombre de Dios lo que había sucedido, él le dijo: «Ahora vende el aceite de oliva y paga tus deudas; tú y tus hijos pueden vivir de lo que sobre». Biblia Católica (Latinoamericana) Fue a contar todo eso al hombre de Dios, el cual le dijo: 'Anda a vender el aceite y paga así tu deuda; lo que quede te permitirá vivir junto con tus hijos'. La Biblia Textual 3a Edicion Y ella fue y se lo dijo al varón de Dios, y él respondió: Ve, vende el aceite, y paga tu deuda, y vive tú y tus hijos de lo que sobre. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Fue ella a contárselo al varón de Dios y éste le dijo: 'Anda, vende el aceite y paga a tu acreedor y de lo que te quede viviréis tú y tus hijos'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve, vende el aceite y paga tu deuda; y tú y tus hijos vivid de lo que quede. |
Pero la palabra de Dios vino a Semaías, hombre de Dios, y le dio este mensaje:
Entonces ella subió, lo puso en la cama del hombre de Dios y, cerrando la puerta, salió.
La mujer dijo a su esposo: «Mira, yo estoy segura de que este hombre que siempre nos visita es un santo hombre de Dios.
Pero el hombre de Dios envió este mensaje al rey de Israel: «Procura no pasar por este sitio, porque los arameos están descendiendo hasta allá».
Los malvados piden prestado y no pagan, pero los justos dan con generosidad.
Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio.
para que, por su modo de vivir, se ganen el respeto de los que no son creyentes y no tengan que depender de nadie.